Luego de unos segundos, el espectador que se acerca a este espectáculo del Nederlands Dans Theater puede advertir que sobre el escenario no yace una escultura marmórea sino la filmación en blanco y negro de una espalda, proyectada en una de las dos grandes pantallas que estarán a lo largo de todo el cuadro Shoot the Moon, acompañado del segundo movimiento del concierto Tirol para piano y orquesta de Philip Glass. A lo que no puede anticiparse es que en los próximos minutos aparecerá una pareja en un departamento que, aunque aparentemente atrapada, comenzará en un juego y vaivén de puertas que conecta los diferentes ambientes montados sobre una plataforma giratoria. Con tonos pálidos, prevaleciendo el blanco, el negro y un desvanecido pero reluciente sepia, la coreografía de Sol León y Paul Lightfoot (también a cargo de la escenografía y vestuario) develará los matices entre la pulsión erótica y tanática, con alusiones a la antropofagia que padecen tanto los profundamente enamorados como los criminales pasionales. Las dos pantallas (con las cámaras en vivo de Niels Mudde y Chuck Jones) mostrarán los costados más íntimos y tensos de las relaciones, culminando en una simbólica penetración corporal de Chloé Albaret a Jorge Nozal, quien despliega toda su destreza física en un contenido solo.
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Tras un intervalo, The Statement –del dramaturgo Jonathan Young- es convertido en un lip sync mímico y corporal, tornando en hilarante el acuciante diálogo entre cuatro colegas de trabajo. Esta conversación, que al principio se presenta de forma abstracta (casi kafkiana), va tomando forma hacia una discusión sobre las responsabilidades que deben adoptar, por haber tomado ventaja de los ataques en un país distante para invertir y crecer. Con una puesta minimalista (Jay Gower Taylor) y una sombría e intimidante iluminación (Tom Visser), una casi ininterrumpida secuencia de pasos manifestará la frágil confianza destada en la coreografía de Crystal Pite. La persecución y casi hasta preponderante paranoia será sopesada por las jocosas interpretaciones de Rena Narumi, Aram Hasler, Jon Bond y Roger Van der Poel.
El tercer acto, Singulière Odyssée, tendrá el mayor despliegue escenográfico (nuevamente de Sol León y Paul Lightfoot, quienes además son los coreógrafos a cargo) al recrear sobre el escenario una sala de espera art decó de la Estación Central de Basilea. La excelsa virtud de un cuerpo de baile que con movimientos acompasados sabe expresar la fugaz temporalidad del vaivén de los pasajeros, y contrasta con la inercia de un transeúnte que todo lo observa bajo el imperante mandato del tiempo, cristalizado en un reloj de pared que siempre marca la rígida hora de las 9:34.
La violenta apertura de las distintas puertas de la habitación irrumpe con un torbellino de hojas otoñales, que servirá de antesala a una tormenta de hojas (para quienes leímos a Gabriel García Márquez, plasma en vivo la reminiscente lluvia de flores amarillas narrada en 100 años de soledad) durante infinitos minutos, poblando el escenario de colores ocres, marrones y apagadas tonalidades de rojo. El cese de esta lluvia culmina en la recreación del cuadro inicial, revolucionando la noción de temporalidad-espacialidad y evocando así un eterno retorno. Ese es el planteo de este espectáculo del Nederlands Dans Theatre y Paul Lightfoot. De este modo, concluye el acto final que refleja el carácter disruptivo de puestas estéticas y coreográficas de la compañía holandesa de danza contemporánea. Martín Quiroga Barrera Oro
Fue el 6 de abril de 2018
Kennedy Center Opera House
The John F. Kennedy Center for the Performing Arts
2700 F Street -Washington D.C. – U.S.A.
kennedy-center.org
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