Actúan: Horacio San Yar, Emanuel Zaldúa – Músico: Horacio Pallarés – Vestuario: Dino Balanzino – Coreografía: Alfonso Barón – Dramaturgia y Dirección: Emanuel Zaldúa
Una interesante propuesta nos ofrece Emanuel Zaldúa, mago y actor, fusionando un show de magia y una historia esotérica, según él mismo la define. Una cantante recibe al público entonando estupenda y divertidamente melodías recordadas. De la locura inicial, en donde el mismísimo mago –en un efecto truculento y muy bien logrado- decide entregar su corazón y la cantante desaparece entre viejos trastos, se pasa al show en donde se invita a participar a algunos espectadores. Luego, volverán los estertores de la cantante y el cierre del particular relato.
Zaldúa encuentra en el stand-up con el público una excusa para experimentar y sorprender con elementos inherentes a la magia, mientras aparecen rosas y se encienden fuegos o se adivinan cartas y pensamientos, con la tácita intención de encontrar respuestas que siempre serán fantasiosas y probablemente inhallables, aunque siempre sorprendentes.
En el papel de la cantante molesta y quejosa por la sucesión de misteriosos hechos que perturban su función, Horacio San Yar se luce desgranando altas notas, bailando y manejando el histrionismo que lo caracteriza, no sólo con arte y simpatía sino con el glamour que su personaje requiere. Muy bien acompañado en el piano por Horacio Pallarés –sería bienvenida una mayor participación actoral-, conforman un show en sí mismo.
El mayestático instrumento, un curioso mobiliario y un precioso vitral de fondo conforman la llamativa escenografía que viste el lugar de enigmas y arcanos. El vestuario está cuidado y es acorde con la seducción y la nigromancia. Iluminado apocadamente, el reducto es ideal para el gualicho propuesto, intrigante y agorero, tan seductor como embaucador. Martin Wullich
Se dio hasta fin abril 2018
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