Renée Fleming sings Strauss; Noseda conducts Brahms’ First – Programa: Richard Strauss: Capriccio (Introduction, Moonlight Music, and Final Scene) + Johannes Brahms: Symphony No. 1 – Soprano: Renée Fleming – Orquesta: National Symphony Orchestra – Director: Gianandrea Noseda
Con dirección de Gianandrea Noseda y la participación de Renée Fleming, el concierto brindado por la National Symphony Orchestra (NSO) fue marcado por un contraste evidente entre la interpretación vocal y la orquestal. La velada inició con una selección de Capriccio de Richard Strauss (Introducción, Música a la luz de la Luna y Escena Final), donde Fleming encarnó a la Condesa Madeleine. La experiencia y sensibilidad de la soprano quedaron claras en cada fraseo, con una sustanciación emotiva que revelaba el conflicto interno del personaje.
Sin embargo, en algunos momentos, a pesar de la entrega de Fleming, siempre cuidada y expresiva, su voz se percibía ahogada en medio de un agitado mar orquestal (impulsado principalmente por los vientos) que no siempre le brindó el espacio necesario para emerger con la claridad merecida. Como si se tratara de evocar la pregunta de cierre de Capriccio (“¿Son las palabras las que mueven el corazón, o es la música la que habla con más fuerza?”), Fleming, con su interpretación sensible y cargada de matices, exploró esta incertidumbre, trazando con cada fraseo un camino que oscilaba entre el deseo y la resignación. Este desequilibrio, incierto sobre si pudiera ser atribuido a la dirección sonora del maestro Noseda o a la actual capacidad de proyección de la soprano, repercutió en que los detalles más sutiles de su interpretación se perdieran en el caudal expresivo.
Tras el intervalo, la NSO se adentró en la Sinfonía n.º 1 en do menor, Op. 68 de Johannes Brahms, abordándola con un enfoque decidido y meticuloso. La interpretación fue enérgica y cohesionada, con mayor destaque especialmente en el movimiento final, donde el Adagio evolucionó con elegancia hacia un Allegro colmado de vitalidad, vehemencia y brío. La precisión de las cuerdas y la claridad de los vientos lograron transmitir la lucha interna y la eventual resolución de la obra, culminando en un cierre que evocó tanto el triunfo personal de Brahms como la sombra omnipresente de Beethoven.
Al final de la noche quedaba la sensación de que, como la Condesa frente a su espejo, nosotros también buscábamos en el reflejo de la música una respuesta que tal vez nunca llegaría. En la elección entre la voz y la orquesta, entre las palabras y los sonidos, el concierto parecía susurrar que quizás, como Madeleine, nos corresponde quedarnos en medio de dos fuegos, enfrentados al misterio de la indecisión. Martín Quiroga Barrera
Fue el 19 de octubre de 2024
Kennedy Center Concert Hall
The John F. Kennedy Center for the Performing Arts
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