El compositor Richard Wagner concluyó en agosto de 1848 la partitura de Lohengrin en la ciudad de Dresden. Por motivos administrativos la ópera no pudo ser estrenada sino dos años más tarde, en el Teatro de la Corte de Weimar, dirigida por su amigo y futuro suegro, Franz Liszt. De todos modos no fue bien recibida hasta 1853, cuando comenzó a triunfar en ciudades alemanas y austríacas. Esta fue la primera ópera de Wagner presentada, en italiano, en el antiguo Teatro Colón el 17 de julio de 1883, a cinco meses del fallecimiento del autor. Desde 1923 se cantó en su idioma original.
Uno de los grandes aciertos de la representación actual es haber confiado la puesta en escena, y el diseño de escenografía e iluminación a Roberto Oswald, de extensa y prolífica trayectoria, quien enfocó esta producción “como un sueño”, donde la vuelta a la realidad se presenta vacía y desprovista de significado. Por ese motivo, los símbolos tienen vital importancia en la puesta de Oswald. El logro es compartido por el diseñador de vestuario Aníbal Lápiz, con quien forma una dupla invencible. El Coro Estable dirigido por el Maestro Peter Burian tuvo un desempeño formidable, al igual que la Orquesta Estable dirigida por el Maestro Ira Levin, quien hizo su debut en el Teatro Colón. Si bien hubo momentos inciertos en el inicio, con el correr de la historia la interpretación adquirió la temperatura necesaria para transmitir el espíritu wagneriano.
La soprano Ann Petersen encarnó una Elsa profunda y delicada, con buen caudal sonoro y correcta emisión, así como James Johnson en el rol de Friedrich de Telramund. Muy buen desempeño también tuvo el bajo Kurt Rydl como el Rey Enrique I, aun con cierto abuso del vibrato. Janina Baechle fue una correcta Ortrude, con algunos agudos tirantes. El joven barítono Gustavo Feulien, encarnando al Heraldo del Rey, hizo un trabajo notable. Quien no tuvo una buena noche -sobre todo cuando la partitura le proponía momentos ideales para su lucimiento-, fue el tenor alemán John Horton Murray en el rol principal (Lohengrin), cuya emisión fue muy pobre y, sobre todo al final de la obra, denotó una gran fatiga vocal. Al finalizar la función, escuché el comentario de una anciana dama y gran melómana : “Hijo… ya no quedan cantantes como los de antes”. Martín Leopoldo Díaz
Se dio en septiembre 2011
Teatro Colón
Libertad 621 – Cap.
www.teatrocolon.org.arICADA 22/09/2011
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