Algo hermética en su transcripción y dramaturgia, esta versión del clásico de William Shakespeare es válida como intento de cambio en la visión de una tragedia cuya universalidad geográfica y temporal no tiene fronteras.
En lo actoral, lo más destacable es el trabajo de la pareja protagónica, encarnada por Laura Silva y Gustavo Pardi, pues transmiten en precisas dosis la sanguínea pasión manejada sutil y confusamente en su relación con el ambivalente poder.
Una pretendida modernidad en el vestuario y el uso de complicados elementos escenográficos distraen la idea primigenia del relato, así como las conciencias encarnadas en tres mujeres que nada aportan. El trabajo de iluminación, en contrastantes claroscuros y con predominantes rojos, es interesante y genera atractivos cuadros estéticos.
El resultado final es dispar; llamativo y sorprendente para quien se ha acercado y disfrutado la obra del gran dramaturgo; inentendible para quien entra por primera vez a esa casa real que se presenta con tantos enigmas y arrebatos vehementes. Martin Wullich
Se dio hasta septiembre 2011
Teatro El Cubo
Pasaje Zelaya 3053 – Cap.
Comentarios