Cerca de los treinta años de edad, Claude Debussy había realizado varios intentos operísticos. Con el hallazgo del texto de Pelléas et Mélisande, del poeta Maurice Maeterlinck, finalmente pudo plasmar todos sus ideales. La composición fue lenta, hasta que la Ópera Comique de París decidió programarla para la temporada 1901/2 y Debussy la finalizó. Se estrenó en Buenos Aires el 12 de agosto de 1911 y luego de doce años retornó al escenario del Teatro Colón con una producción basada en la Holland Park Opera de Londres.
En Pelléas et Mélisande hay amor, celos, violencia, maldiciones y homicidio. La Orquesta Estable del Teatro Colón y el Maestro Emmanuel Villaume fueron los grandes protagonista de la noche. No olvidemos que en esta ópera el canto se reduce a una declamación, a un paso del lenguaje hablado. Precisa y efectiva fue la batuta de Villaume, refinada y sugestiva sonó la Orquesta, con bellos y poéticos interludios. Correcto fue el desempeño de la soprano Anne-Sophie Duprels, como Mélisande, y los barítonos Marc Barrard, como Golaud, y Markus Werba, como Pelléas, a quien le faltó caudal sonoro. Encomiable labor cumplió el bajo vienés Kurt Rydl en el personaje de Arkel. Eficientes fueron Vera Cirkovic, Mario de Salvo, Sebastiano de Filippi, y Fabiola Masino como el pequeño Yniold.
La dirección escénica de Olivia Fuchs resultó incoherente y el vestuario de época de Yannis Thavoris no condice con la escenografía. La intervención del Coro Estable dirigido por Peter Burian fue breve y muy buena, acompañando una noche de poesía y sugestión, con una orquesta y director excelentes, aunque extrañando grandes intérpretes. Martín Leopoldo Díaz
Fue el 16 de agosto de 2011
Teatro Colón
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