AGUSTÍN ALEZZO (1935-2020), recuerdos personales

Anécdotas de un niño y de un alumno retratan al gran maestro

Yo era muy chico cuando lo conocí, tendría 10 o 12 años de edad. Agustín Alezzo llegó a mi casa para ser entrevistado por mi padre, Víctor Max, periodista y crítico de teatro de las revistas Confirmado y Primera Plana. Con mi hermana, Mercedes -dos años menor-. siempre queríamos saber quiénes eran aquellos que luego aparecerían en las notas. Y nos asomábamos a algún rincón del living tratando de pasar inadvertidos.

Lo recuerdo sentado en uno de los sillones, respondiendo las preguntas -grabador Geloso mediante- con su voz templada y atrayente, clásico en su vestimenta, simpático en su forma, sonriente con nosotros. ¿Cómo imaginar que décadas más tarde lo tendría frente a mí, en un estudio de televisión? ¿Cómo pensar que incluso se acordaría no sólo de una crítica de mi padre, sino de mi imagen de niño, tal como lo comenta en el video al pie de esta nota?

Víctor Max Wullich, Agustín Alezzo y Elena Tasisto

Víctor Max Wullich, Agustín Alezzo y Elena Tasisto

Después me lo crucé varias veces en su ámbito natural, el teatro. Y volví a entrevistarlo con motivo de sus estrenos. Un amigo de años, Ulises Puiggrós, que sintió una fuerte vocación escénica poco antes de cumplir sus 40, lo eligió como maestro. No hace mucho tiempo le dimos una comida en casa, junto a mi madre, quien también lo admiraba. Lo disfrutamos enormemente.

Como no fui alumno suyo, le pedí entonces a Ulises unas líneas que hablasen de Alezzo y lo definieran en ese aspecto para mí desconocido. Me dijo: “Agustín era de esas personas que, al acercarte, sentías que no podías perderte la posibilidad de dialogar con él, de escuchar sus historias, de recibir sus devoluciones. Tuve el privilegio de tenerlo como maestro durante 4 años consecutivos y uno de ellos hasta le pedí permiso para cursar dos días a la semana, de modo de aprovechar más sus conocimientos. Agustín era parte de la historia del teatro argentino, lo emanaba, corría por sus venas”.

“Hoy -se emociona Puiggrós-, a un día de su fallecimiento y tantas anécdotas vividas con él (clases, almuerzos, charlas telefónicas) miro hacia arriba y sonrío porque Agustín, con sus conocimientos, generosidad y grandeza me mostró y me ayudó a lograr la vida que yo quería tener, me enseñó que para alcanzarla había que trabajar, me hizo conocer maravillosos colegas y amigos, me mostró que no hay que tener miedo a ser auténtico y que todo lo que necesitamos lo llevamos dentro, sólo hay que dejarlo salir. Agustín Alezzo era teatro y el teatro en la actualidad lleva su nombre”.

Ulises dice que jamás lo tuteó, ya que Alezzo era conservador y trataba de “usted” a sus alumnos. Por eso, ante su partida, expresa: “Querido maestro, no puedo decirle adiós, porque usted no se irá de mi vida hasta que yo no me vaya también”. 

Sin duda alguna, Agustín Alezzo fue actor y director, pero por sobre todo fue un colosal e indiscutible maestro de actores. Y un ser humano sumamente querible. No hay quien, al referirse a su persona, no tenga más que palabras de elogio, de agradecimiento, de cariño. Martin Wullich

AGUSTu00cdN ALEZZO en nota con Martin Wullich (1995) - MWTV

Reseñas de obras dirigidas por Agustín Alezzo en este Portal de Cultura y Espectáculos
Yo soy mi propia mujer
Independencia 
Rose 
Cena entre amigos 
El rufián en la escalera 
Masterclass 
El círculo 
Los justos 
El cuidador 
La noche en que Fortimbrás se emborrachó 
Lo que no fue

Agustín Alezzo en Wikipedia

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