La pieza Still life es de Noel Coward -uno de los creadores más destacados del siglo XX- y fue plasmada cinematográficamente en 1945, con dirección de David Lean. En la versión teatral de Agustín Alezzo y Nicolás Dominici conserva el título en castellano de la versión hecha para cine. De hecho, Lo que no fue es una obra de teatro muy cinematográfica. Uno se siente como si estuviera espiando las vidas de esas personas que pasan por un bar: teatro de cuarta pared muy bien logrado, que genera una absoluta empatía.
El espacio escénico, creado muy inteligentemente, se sitúa en ese antiguo bar de una estación de tren suburbana. Los personajes, que entran y salen intermitentemente del escenario, vienen de la estación, que parece real, dada la escenografía noble, fina y realista. La barra del bar, las tazas, los vasos, otros objetos elegidos cuidadosamente. También el vestuario es perfecto para la ocasión. A través de los diálogos, muchos casi íntimos, casi secretos, los actores conquistan al público.
Muy bien actuado por Agustina Saenz, el personaje de la Sra. Bagot aporta una peculiar presencia en ese lugar de paso, de miradas e historias. También es cautivante la relación que se teje entre Laura Hesson -interpretada ajustadamente por Cecilia Chiarandini– y Alec Harvey -en prolija actuación de Alejandro Giles-. La dirección de Alezzo y Dominici es impecable.
La obra habla de la vida, de las relaciones humanas, de las cosas que se imponen y que no pueden no ser; todo circula en un lugar de tránsito. No es necesario explicar, sólo percibir y aceptar un devenir que nos trasciende, así como los propios deseos, que son, sin explicación ni demasiadas vueltas… son. Alec le dice a Laura en un momento: «No podemos negar la verdad. Somos amantes, suceda o no, somos amantes en nuestros corazones». Y todo con los sones del Concierto para piano No. 2 de Sergei Rachmaninov. Grisel Bercovich
Sábado a las 21
Domingo a las 19
Teatro El Duende
Aráoz 1469 – Cap.
(011) 4831-1538
Comentarios