Michel Petrucciani (1962-1999) tenía un modo particular de explicar lo que hacía con la música cuando se sentaba delante del teclado de un piano: “Yo nunca toco para llegar a tu cabeza, sino para alcanzar tu alma. Cuando toco, soy como un pájaro que vuela sobre el paisaje y puede aterrizar en cualquier lugar”. Estas ideas regresan a nosotros en cuanto nos sentamos a escuchar Solo in Denmark, el nuevo disco que acaba de editar el sello Storyville Records, que rescata un recital hasta ahora inédito de este enorme pianista francés.
El calificativo enorme tiene en este caso sus matices, por supuesto. Porque la enormidad artística de Petrucciani contrastó siempre con sus dimensiones físicas. Osteogénesis imperfecta es el nombre de la enfermedad que lo aquejó durante toda su vida, que lo condicionó a superar apenas el metro de altura. Sin embargo, esto no fue un obstáculo para que se convirtiese en uno de los pianistas de jazz más importantes de todos los tiempos.
Grabado en vivo el 23 de junio de 1990 en el marco del Silkeborg Riverboat Jazz Festival de Dinamarca, Solo in Denmark -que permanecía inexplicablemente inédito- nos enfrenta a la labor de un verdadero artesano de los sonidos, que trabaja una sutileza en la que pueden adivinarse las influencias de Bill Evans, pero que al mismo tiempo fundamenta un estilo personalísimo, con un vuelo que puede aterrizar en cualquier lugar, pero siempre nos deja en buen puerto.
Durante una hora de música, el programa presenta un par de composiciones del propio Petrucciani, P’tit Louis en el inicio y luego She Did It Again, complementadas con clásicos como In a Sentimental Mood (Duke Ellington), Round Midnight y Blue Monk (Thelonious Monk), una versión de Estate (Bruno Martino), para terminar con un extraordinario medley: Autumn Leaves, Rachid, Prelude to a Kiss, Smoke Gets in Your Eyes, Miles Davis’ Licks, Nardis.
Ritmos y melodías se amalgaman en un ambiente acústico idealmente íntimo, ofrecido por la iglesia de Silkeborg, que tal vez aporta además cierto tono místico a la grabación. Petrucciani se atreve a darle colores propios a piezas compuestas por las leyendas del jazz citadas, y siempre queda bien parado.
En otra ocasión señalamos la tendencia actual de la industria discográfica a exhumar grabaciones inéditas, sean documentos históricos o rarezas, que no siempre tienen una calidad que justifique el esfuerzo, más allá del fetichismo de algunos coleccionistas. Este disco de Michel Petrucciani, editado a más de dos décadas de su prematuro fallecimiento y tres de haber sido grabado, no solo es impecable en lo musical, sino también en el sonido.
Petrucciani fue un músico gigante, incluso cuando fuese necesario añadir extensiones especiales al piano para que pudiese accionar los pedales. Y así como recomendamos la atenta escucha de este disco, acompañamos esta nota con un registro en video de otro recital de piano solo, ofrecido en Stuttgart, tres años después de esta grabación. Porque si escuchar a Petrucciani es un placer infinito, verlo tocar es siempre un asombro. Germán A. Serain
Intro / My Funny Valentine / Autumn Leaves / Take the A-Train / In a Sentimental Mood
C-Jam Blues – I Mean You / Hidden Joy / Caravan / Satin Doll / Round Midnight
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