PUERTO IGUAZÚ.- Cada año para esta fecha, el bullicio y la intensa actividad consagrada sin pausas al servicio del turismo en este paso de ingreso a la incomparable escenografía de las Cataratas se desplaza hacia otra meta. Desde el lunes último, toda esta ciudad vive pendiente de un encuentro único en su tipo, celebración del arte y también de la camaradería, la confraternidad y una integración que supera barreras geográficas e idiomáticas. La protagonizan unos 700 chicos y jóvenes, varios de ellos llegados hasta aquí después de viajes de casi dos días, todos ellos protagonistas del cuarto Festival Internacional de Orquestas Infanto Juveniles Iguazú en Concierto.
Desde el lunes, cada atardecer muestra largas filas de vecinos, residentes y turistas (en su mayoría grupos familiares) frente a los lugares en donde se realizan los conciertos. Anteanoche, por ejemplo, se realizaron en una escuela pública ubicada en una zona periférica de la ciudad, en un centro cultural y de ecoturismo y en el salón de uno de los principales hoteles. Los precoces y talentosos destinatarios del aplauso se levantan muy temprano, ensayan desde la mañana en el Instituto Tecnológico local y, por las noches, muestran que ningún escenario les queda grande pese a su cortísima edad.
Respaldados por una impecable organización y por la solidez del equipo artístico encabezado por la incansable Andrea Merenzon, responsable de enriquecer la presentación de cada concierto con un gran espíritu didáctico, los protagonistas de Iguazú en Concierto dejaron hasta aquí algunos momentos imborrables. Hay que destacar entre ellos ante todo la solidez y el aplomo de los representantes locales, la agrupación Grillos Sinfónicos de Posadas y el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Jujuy, que en ambos casos tuvieron la novedad de contar en algunas piezas con la dirección de jóvenes batutas femeninas. Esta última, además, brilló con un repertorio que fue desde Chaikovski y Dvorák hasta El humahuaqueño, de Edmundo Zaldívar.
Es que en rigor, la música académica aparece aquí matizada con obras y versiones de motivos latinoamericanos, folklóricos, tangueros y jazzísticos. Así, el brillante cuarteto de cuerdas femenino Adana, de Turquía, cerró una inspirada actuación de extraordinaria destreza técnica y expresividad musical con un arreglo para esa formación de La cumparsita. Y los rosarinos del Quinteto Tango Gavazza Martínez mostraron que también hay chicos de menos de 20 años que pueden interpretar a Piazzolla (Milonga del ángel) y Láurenz (Mal de amores) y alcanzar alto vuelo.
Cautivó también el virtuosismo de los hermanitos Joshua y Oscar Han (10 y 12 años, respectivamente) que sortearon con admirable naturalidad una pieza tan exigente como el Rondó caprichoso de Saint Saëns, y hubo muchos aplausos para la Orquesta de Cuerdas del Instituto Pao de Acucar, de Brasil, cuyo proyecto de integración social es compartido por adolescentes cariocas y paulistas que aprendieron a tocar a través de un método mediante el cual todos tocan juntos desde la primera nota.
En su tramo final, los jóvenes intérpretes se encontrarán con Elena Roger, madrina e invitada especial de esta cuarta edición. Le tocará a la gran cantante argentina acompañar como solista dos conciertos previstos para el jueves (en el anfiteatro local, al aire libre, junto al hito de las tres fronteras) y el viernes, en uno de los hoteles más importantes, como antesala del gran concierto final que tendrá el sábado el incomparable marco natural de las Cataratas. Allí, los 700 chicos y jóvenes tocarán juntos como símbolo máximo del espíritu de integración que viven durante toda esta semana, acompañados por toda una ciudad. Marcelo Stiletano para La Nación
Iguazú en concierto, por Fundecua
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