Actúan: Fernando De Rosa, Mariana Estensoro, Alejandra Flores, Julián Marcove – Vestuario: Analia Morales – Escenografía: Miguel Nigro – Iluminación: Luciana Giacobbe – Sonido: Damian Ferraro – Dramaturgia y Dirección: Facundo Zilberberg
El tiempo se detiene se sitúa en un seno familiar debilitado. Ángela ha perdido a su padre y esto profundiza aún más su depresión crónica. Sus dos hijos la acompañan a su manera. Hay un doble juego entre la madurez y la irresponsabilidad en ambos. Aunque demuestran, con cierta verdad, su preocupación por el destino de esta desolada mujer. Ven como solución inmediata sumar una asistente que la acompañe.
Desde luego, si Facundo Zilberberg tenía algo claro es el tono que su creación debía transmitir al público: la tristeza, la inestabilidad emocional y la soledad remarcada que invaden su relato. En su diseño escenográfico, Miguel Nigro ha creado un patio trasero muy realista, con sillas clásicas de jardín, una pequeña pileta de lona, y unas enredaderas que enmarcan el lugar. Por detrás una mesada representa con imaginación una cocina y algunos muebles nos invitan a delinear otro cuarto.
Es cierto que El tiempo se detiene se percibe como una obra de difícil digestión, más allá de su fácil comprensión. Los silencios son clave en la trama para vislumbrar este universo propio familiar que, aunque sosiegan la misma, logran que uno empatice con estos personajes. Quizá luzcan fríos, pero esconden secretos, la reflexión también da el presente.
Pero la emoción puede verse a cuenta gotas para más de una obtusa mirada. Lo que no queda duda es que el cuerpo actoral trata de sobrellevarla. Es así por partes iguales, hay un equilibrado juego con el subtexto, aunque hay que reconocer que el trabajo actoral de los más jóvenes sobresale. Cristian A. Domínguez
Viernes a las 21
Teatro Beckett
Guardia Vieja 3556 – Cap.
(011) 4867- 5185
teatrobeckett.com
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