El plan divino – Reparto: Gastón Pauls, Víctor Laplace, Javier Lester, Paula Sartor – Fotografía: Agustín Alvarez – Guión: Leonel D`Agostino, basado en Niños Expósitos, de Rafael Bruza – Música: Damián Laplace – Dirección: Víctor Laplace
Eustaquio y Heriberto son dos monaguillos que sirven en una pequeña parroquia en un pueblito ignoto del nordeste del país. Ambos, otrora niños expósitos, fueron criados por el padre Roberto, que padece los achaques propios de la edad. En esta producción que amalgama sabiamente comicidad, reveses irónicos y grotesco, Víctor Laplace se ha lucido no solo en el papel del anciano cura, sino en su rol como director.
Lo acompañan estupendamente Gastón Pauls (Eustaquio), y Javier Lester (Heriberto). Los tres se entienden perfectamente bien y nos dan una producción que mantiene la dosis justa de humor negro sin empalagar ni repeler, y con un manejo de la dinámica argumental que mantiene a la audiencia concentrada durante toda la película.
El nudo del asunto consiste en cómo lograr que el padre Roberto -que ya está más cerca del arpa que a veces toca Heriberto en sus ratos de angustia- trasponga el umbral y pase a mejor y más gloriosa vida; que Eustaquio quede a cargo de la parroquia y Heriberto logre dejar los hábitos para unir su vida terrenal con la de la pura y bella María (Paula Sartor). Con una serie de señales en forma de sueños y visiones que los monaguillos interpretan de un modo muy particular, se va tejiendo un plan que lleva la trama por una serie de desencuentros y finalmente a una resolución que deja contentos y satisfechos no solo a los interesados en urdir tan delirante y non-sancto plan, sino también a los espectadores.
Eustaquio y Heriberto son, en definitiva, los ejecutores de sus propios métodos que desencadenan justamente lo opuesto a lo que ellos habían planeado, y son, sin saberlo, actores necesarios del verdadero plan divino, que se va cumpliendo inexorablemente. Con escenas que recuerdan a los cuentos fantásticos de Horacio Quiroga y una constante y lógica intertextualidad con lo bíblico-religioso, El plan divino pone de manifiesto la inutilidad de las maquinaciones de un ser humano cuyas flaquezas lo excluyen de convertirse en la entidad que realmente maneja los hilos del asunto.
Impecable Víctor Laplace en su caracterización del decrépito y por momentos mundano padre Roberto, así como la dupla Pauls-Lester como dos monaguillos atrapados por el destino y sus propios pecadillos. El plan divino es una excelente propuesta, muy bien lograda. Viviana Aubele
