Beetlejuice Beetlejuice (2024, Estados Unidos, 105 minutos) – Género: Comedia de terror – Elenco: Michael Keaton, Winona Ryder, Jenna Ortega, Catherine O´Hara y Willem Dafoe – Fotografía: Hans Zambarloukos – Música: Danny Elfman – Dirección: Tim Burton
En 1988 Tim Burton llevaba a la pantalla grande Beetlejuice. La película no tardó en ser un éxito rotundo que convertiría a este director en uno de los más grandes desde fines del siglo XX. Además de transformarse en un clásico de culto, alrededor del film se conformó una base de fans que mantuvieron vivo el legado de Beetlejuice todos estos años. Ahora, Burton vuelve a apostar por continuar la historia comenzada hace 36 pero se atreve a transportarla al nuevo milenio. En Beetlejuice Beetlejuice, Lydia Deetz (Winona Ryder) es una célebre conductora de un programa de entrevistas que aprovecha sus poderes sobrenaturales, mientras lucha por llevar adelante una compleja relación con su hija Astrid (Jenna Ortega). La película también trae de vuelta a personajes icónicos de la primera entrega, como la excéntrica madrastra de Lydia, Delia (Catherine O’Hara), y Beetlejuice (Michael Keaton), quien se ve acosado por el fantasma de un antiguo amor que busca venganza. Ellos jugarán con la barrera entre la vida y la muerte para reconstruir sus lazos.
Aunque la película intenta casi todo el tiempo referenciarse en su anterior entrega, lo innovador en ella radica en el desafío de transportar la historia ochentosa a una época en la cual las ideas del director ya no parecen tener el mismo éxito. Recordemos que las últimas películas de Burton (Dumbo, El hogar para niños peculiares de Miss Peregrine, Alicia a través del espejo) fueron altamente criticadas por su falta de autenticidad y por no poseer el sello característico del director. En cambio, la “esencia burton” se hace notar en Beetlejuice Beetlejuice, algo que no había sido muy recurrente en sus recientes trabajos.
La cinta logra recrear perfectamente ese mundo de los muertos vivientes que fue furor en el film de 1988. Sin embargo, su trabajo sobre la estética del mundo actual deja mucho que desear al presentar una escenografía sin riqueza y falta de personalidad, algo impropio de la estética del director que nos permitió conocer mundos sumamente interesantes en películas anteriores como Eduardo Manos de Tijeras, El cadáver de la novia, Big Eyes, entre otros. Es decir, la filmografía de Burton se caracteriza por la creación de novedosos y particulares universos surgidos de su cabeza que son sumamente interesantes.
En esta película, la creatividad del director se ve limitada por el deseo de imitar a la realidad actual. Al mismo tiempo, los acontecimientos suceden de manera rápida pero tarda en capturar al espectador. Por momentos, se vuelve impredecible e incoherente tratando de convencernos de que se tejen lazos amorosos verosímiles entre distintos personajes cuando en realidad todo sucede de manera repentina, sin un trabajo profundo de los personajes y sus relaciones. El foco excesivo en las subtramas hace que el espectador se desvíe de la trama principal (la relación conflictiva entre madre e hija) desdibujando el mensaje final. Aunque se nos distraiga con bailes, canciones, coreografías y casamientos, el film no pierde algunos de los importantes simbolismos trabajados en la entrega anterior e incluso los refuerza. Asimismo, las actuaciones de las grandes figuras del film precedente contribuyen al aire de incoherencia y absurdismo que le otorga el guión. Así y todo, las jóvenes promesas actorales, Jenna Ortega y Arthur Conti, se roban el protagonismo.
El film nos lleva a reflexionar sobre temas muy profundos de la actual cotidianidad, como nuestra relación con la tecnología y el cambio climático. En varias escenas se critica al mundo virtual de las plataformas en las cuales nos vemos inmersos e invaden nuestro día a día. El intensivo activismo climático que lleva a cabo Astrid, la hija de Lydia, nos recuerda que hay una problemática que no pasa de moda y cuya relevancia no ha ido disminuyendo en los últimos años.
A pesar de ser una mala comedia, Beetlejuice Beetlejuice logra reconectar con los fans del clásico y despertar la melancolía de los amantes del cine de Burton. A ratos divertida, a ratos absurda y molesta, ofrece a Burton el punto de partida para una etapa de nuevas producciones auténticas a partir del retorno al pasado. Victoria Varacalli
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