Una jirafa en el balcón (Argentina, 2024) – Género: Thriller – Elenco: Andrea Frigerio, Fini Bocchino, Juan Leyrado, Diana Gómez, Elisabet Casanovas, Mimí Ardu, Mirta Busnelli, Claudio Gallardou – Fotografía: Mauricio Heredia, Juan Carlos Lausín – Música: Claudia Lively – Duración: 90 min. – Guion y Dirección: Diego Yaker
En el panorama del cine argentino actual, Una jirafa en el balcón se erige como una propuesta que desafía al espectador a confrontar las heridas aún abiertas de nuestro pasado reciente. La película nos sumerge en las aguas turbulentas de la memoria y la culpa. Utiliza como vehículo la historia de Lidia Muñoz, una exiliada argentina en Barcelona interpretada soberbiamente por una jugada Andrea Frigerio, que apuesta a mostrar su lado más dramático como cabeza de un elenco de acertadas interpretaciones .
La mujer, de 64 años, ha construido una nueva vida en España tras huir de la Argentina durante la última dictadura militar. Su existencia, aparentemente tranquila, se ve sacudida cuando recibe una citación judicial para declarar como testigo en la causa por la desaparición de su pareja, ocurrida hace más de cuatro décadas. Este llamado del pasado desencadena un viaje físico y emocional que la llevará de vuelta a su tierra natal, enfrentándola con los fantasmas que creía haber dejado atrás.
El director Diego Yaker teje hábilmente una narrativa que oscila entre el presente en Barcelona y Buenos Aires, y el pasado en La Rioja. Crea un mosaico temporal que refleja la complejidad de la memoria histórica argentina. La película no se conforma con ser un mero recuento de los horrores de la dictadura; más bien, explora las consecuencias a largo plazo del terror estatal en la psique de los sobrevivientes y exiliados. A través de Lidia, nos adentramos en las contradicciones y dilemas morales que aún persisten en quienes vivieron aquella época oscura.
Una jirafa en el balcón acierta en la cuota justa de lo personal con lo político. Las empanadas que Lidia prepara en Barcelona no son solo un guiño costumbrista, sino un símbolo potente de la identidad en el exilio. Mientras tanto, los encuentros con antiguos compañeros de militancia en Argentina sirven como espejo de las diferentes formas en que una sociedad procesa su trauma colectivo: desde la adaptación pragmática hasta la persistencia ideológica.
Lidia es un personaje complejo, lleno de matices, que transita con credibilidad desde la aparente serenidad inicial hasta la determinación feroz en su búsqueda de respuestas. Andrea Frigerio transmite el peso de cuatro décadas de exilio en cada gesto, en cada silencio, ofreciéndonos un retrato conmovedor de una mujer que debe reconciliarse no solo con su pasado, sino con la versión de sí misma que ha dejado atrás.
El resto del elenco está a la altura del desafío. Juan Leyrado, Mirta Busnelli y Claudio Gallardou encarnan a los antiguos compañeros de Lidia con una autenticidad que evoca los debates y las tensiones que aún persisten en la sociedad argentina. Diana Gómez, como la hija de Lidia, representa el puente generacional, la necesidad de las nuevas generaciones de comprender un pasado que, aunque no vivieron directamente, los define.
La fotografía de Mauricio Heredia y Juan Carlos Lausín juega un papel crucial en la narración, contrastando la luz cálida de Barcelona con los tonos más sombríos de los flashbacks en Argentina, creando así una paleta visual que acompaña el viaje emocional de la protagonista.
Una jirafa en el balcón no es solo una película sobre el pasado; es una reflexión urgente sobre cómo ese pasado continúa moldeando nuestro presente. El filme nos invita a cuestionar las categorías simplistas de “héroes” y “traidores”, presentando en su lugar un panorama donde las decisiones tomadas bajo circunstancias extremas dejan cicatrices que perduran mucho más allá del momento histórico.
En última instancia, la película de Diego Yaker nos recuerda que la reconciliación con el pasado es un proceso continuo, tanto a nivel personal como social. A través de Lidia, vemos cómo el acto de confrontar la verdad, por dolorosa que sea, puede ser un paso hacia la liberación. La jirafa de peluche que da título al film se convierte en un poderoso símbolo de esta dualidad: un recordatorio del peligro pasado y, al mismo tiempo, un testigo silencioso de la resiliencia humana. Cristian A. Domínguez
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