ARIEL ARDIT, varón sentimental

En un recinto dedicado al jazz, un muy buen espectáculo de tango

Es un placer escuchar a Ariel Ardit. Probablemente la palabra frescura sea una de las que mejor podrían definirlo. O tal vez también estilo, sutileza, musicalidad y pasión. Prolífico cantor de tangos, sensible artista, Ariel despliega su experiencia en cada pieza musical e invita al público a sentir la nostalgia de un amargo arrabal, la añoranza de una tierra propia y lejana, o la casi indescriptible sensación de una amarga, honda e irreversible soledad. Tal vez será su voz, Arrabal amargo, Soledad, Lejana tierra mía, La mariposa, Cuesta abajo, Canción a tu presencia, En carne propia, Desencuentro, son algunos de los títulos que integran el repertorio que interpreta. La selección es excelente y no permite que el público caiga en las redes de la melancolía ni en la nostalgia.

Los arreglos que interpreta son todos de Andrés Linetzky -el pianista que lo acompaña-, desarrollados dentro de una estética muy personal pero bien tanguera. Por cierto, este acompañamiento es perfecto, ocupa muy bien su lugar, fundamental en el sostén de un espectáculo de calidad, que va creciendo de a poco. Ya en la mitad del show se incorporan bandoneón, contrabajo y violín. Las letras tocan varios temas y ofrecen diversas energías que, a través de la fuerza y una particular impronta en la manera de cantar y de decir, se van regenerando. Cada palabra es un pequeño y vasto universo; cada verso es una conjunción de colores; cada estrofa es un nuevo decir.

El despliegue que hace el protagonista de este show es para sacarse, según el caso, el sombrero o la capelina, y aplaudir… para quedarnos con la sensación de que el tango es un género riquísimo, y no requiere caer en ningún cliché: simplemente hay que habitarlo, sentirlo y dejar que la música circule y llegue a las almas. Para ampliar su espectáculo, Ardit comparte el escenario con invitados, algunos emblemáticos como Osvaldo Peredo, gran intérprete que desde hace una veintena de años canta en El bar de Roberto. En cuanto al espacio ofrecido por BeBop Club, con aires de antiguo cabaret parisino, invita a quedarse, no sólo para escuchar buena música, sino también para picar algo rico, acompañado de algún vinito de pura cepa. Grisel Bercovich

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ARIEL ARDIT, varón sentimental

Se dio hasta fin de marzo 2015
BeBop Club
Moreno 364 – Cap.
(011) 4331-3408

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