Como si no fuera suficientemente sórdido ser médico forense de la morgue policial, Quirke carga con un pasado –su temprana infancia- que lo tendrá a maltraer durante la investigación del asesinato de un joven periodista, encontrado flotando en las aguas de un canal de la ciudad de Dublín.
El inspector Hackett suele apoyarse confiadamente en el Dr. Quirke y forman un equipo que resuelve los casos con éxito. Al tomar contacto con el cuerpo del occiso en la morgue, Quirke reconoce a un amigo de su hija. No tardará en focalizarse la investigación más en el ámbito privado que en el institucional, en el que jugarán Phoebe -la joven hija de Quirke-, Sally -la hermana del joven periodista asesinado, llegada imprevistamente de Londres-, y el propio forense en franco deterioro psicológico al descubrir que se trataría de un crimen perpetrado por un sacerdote que estaba a punto de ser expuesto en su conducta abusiva con integrantes de un barrio de nómadas chatarreros.
Irlanda, en la mitad del siglo XX, contaba con un avasallante poder de la Iglesia Católica, cargado de riqueza e influencia en la política. James Joyce solía llamar a Dublín una ciudad “plagada de sacerdotes”, de modo que ha sido tema de muchos novelistas irlandeses la incómoda conducta encubierta de algunos representantes de la Iglesia, amparados en una conveniente impunidad.
Abuso, homosexualidad, y la búsqueda de un sentido ecuánime de justicia son desgranados en una prosa sensible al extremo, detenida en los detalles nimios que acompañan cada escena. La lluvia es un consuelo permanente que redime los dolores causados por la aceptación de la realidad, el tenso recuerdo del pasado, la incertidumbre de lo que vendrá al momento siguiente.
Este volumen es el último de una entrega de títulos en los que Quirke es protagonista, y que ha inspirado a la BBC a crear una serie basada en este personaje, protagonizada por Gabriel Byrne.
Benjamin Black es, en realidad, el seudónimo de John Banville (Wexford, Irlanda, 1945), a quien se otorgó el año pasado (2014) el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, por “su inteligente, honda y original creación novelesca” y por “su otro yo, Benjamin Black, autor de turbadoras y críticas novelas policiales”. Por otro lado, ha sido invitado por los herederos de Raymond Chandler, a recrear al mítico detective Philip Marlowe, cosa que hizo en La rubia de ojos negros, con muy buena crítica por cierto, de los fans del maestro del género policial. Silvia Bonetti
Órdenes sagradas
Benjamin Black
Alfaguara
294 páginas