ARGERICH, BARENBOIM y la WEST-EASTERN DIVAN, glorioso

En el inicio del Festival de Música y Reflexión, los músicos argentinos deslumbraron con Beethoven, Ravel y un tango de Mariano Mores

No alcanzan las palabras para definir la emotiva función de presentación del ciclo Festival de Música y Reflexión del Teatro Colón. Argerich y Barenboim, Martha y Daniel, demostraron sobradamente porqué son dos colosos, cada uno en lo suyo, y juntos generan una magia inenarrable.

El Concierto No. 1 de Ludwig van Beethoven parecía estar manejado por el mismísimo compositor, con una precisión en los tempos y un sentimiento en la interpretación que quedará como versión histórica. Argerich acaricia el instrumento en los pianissimi y marca con la energía justa las notas necesarias para llegar al alma. Barenboim la sigue con todos sus sentidos, comandando la jovencísima West-Eastern Divan Orchestra, entendiendo hacia donde quiere llegar, y el modo de transitar esa maravilla del músico alemán se transforma entonces en vibración absoluta para el espíritu sensible. La sutileza y elegancia que marcan el inicio de la era romántica es deleitable y Martha entiende a la perfección y con una sonrisa el Allegro scherzando final que deja pasmado a un Colón en donde hasta los pasillos estaban completos.

Su premio, además de los interminables aplausos después del bis, una de las Fantasiestücke de Schumann, es recibir –de parte de una de sus integrantes- el título de miembro honorario de la orquesta. La función, que había comenzado con la obertura de Las Bodas de Figaro, de Mozart, continúa con puro Ravel: la Rapsodia española, la Alborada del gracioso, la Pavana para una infanta difunta, y el hipnótico Bolero. Barenboim deja la batuta en esa pieza final, dirige –en todo caso- con la mirada, imprimiendo más el carácter que la velocidad, signo evidente de que la orquesta es de una juventud muy adulta en la expresión musical.

Hasta aquí lo planeado, pero él, exultante y generoso, regala cuatro momentos de Carmen de Bizet y finaliza con una sorpresa que –confiesa desde el podio- “a mi me encanta y la aprendimos especialmente para ustedes; es el famoso Firulete arreglado para vientos, maderas y metales por mi gran amigo y gran músico José Carli que hizo el arreglo que vamos a tocar ahora”.

Entonces, al compás del tango, no sólo Barenboim, sino la sala completa parece contonearse, con una alegría contagiosa, con lágrimas de emoción, con la certeza de saber que se ha vivido algo único, irrepetible, que quedará en la memoria y el recuerdo para siempre. Martin Wullich

Fue hasta el 13 de agosto de 2014
Teatro Colón
Libertad 651 – Cap.
(011) 4378-7109
teatrocolon.org.ar

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