MILAN TURKOVIC Y VADIM REPIN, música sublime

Max Bruch, Antonín Dvorák y una gran noche

La música abre de pronto un paréntesis, algo así como si fuese un espacio de tiempo fuera del tiempo. Un arco se desliza sobre unas cuerdas y el sonido que brota para desplazar con regia sutileza el silencio que impera en la sala abre una dimensión de belleza que bien podría equipararse a un acto de amor o de magia. La música que suena es el Concierto para violín Nº 1 Op. 20 de Max Bruch, concluido en el año 1868. Y más puntualmente su primera parte, ese maravilloso Allegro moderato que engarza con el Adagio intermedio, antes de virar hacia otra faceta de la misma ceremonia con el Allegro energico final. Por supuesto, incluso cuando la obra de Bruch es de por sí maravillosa, no debe omitirse que si esta magia tuvo lugar fue gracias al incomparable arte de Vadim Repin. El violinista ruso, nacido en 1971, es con justa razón una de las figuras más destacadas del panorama violinístico internacional del momento. Su talento no guarda relación únicamente con el virtuosismo técnico, sino con una expresividad única, que al terminar la obra fue coronada con una ovación tan impresionante como sincera y justificada.

El otro pilar de la noche, en este nuevo concierto organizado para el ciclo de Nuova Harmonia, fue la Sinfonía Nº 8 Op. 88 de Antonín Dvorák, compuesta durante el verano de 1889. Se trata de una obra magnífica, con pasajes muy románticos y momentos que revelan una clara inspiración en la música tradicional bohemia. La labor de Milan Turkovic, al frente de la Istanbul State Symphony Orchestra, fue aquí correcta y permitió que el público disfrutara plenamente de la inspiración del compositor checo, incluso cuando es probable que otras agrupaciones de primera línea pudieran ofrecer una más amplia gama de matices en la interpretación. Lo que pretendemos decir es que en definitiva esta Sinfónica de Estambul no es sino una orquesta más entre tantas de muy buen nivel que pueden escucharse en el mundo, pero cabría plantearse alguna vez en qué medida se justifican estas visitas cuando en nuestro país hay orquestas provinciales de similar capacidad ansiosas por mostrarse en escenarios tan prestigiosos como los que ofrece la Fundación Cultural Coliseum.

En el inicio hubo, esto es cierto, una novedad bien a la medida de la orquesta, con una breve suite del compositor turco Nevit Kodalli (1924-2009), que lógicamente la orquesta y el director interpretaron con pleno conocimiento del color más adecuado para la obra, de corte danzable. A la hora de los bises, Turkovic ofreció primero la obertura de Las bodas de Figaro de Mozart, y como broche final una segunda muestra de la música turca, a través de un Preludio del para nosotros también desconocido Ferit Tüzün (1929-1977). En resumen, la tríada integrada por Bruch, Dvorák y Repin fue la gran protagonista de la noche, ciertamente magnífica. Germán A. Serain

Fue el 26 de junio de 2017
Teatro Coliseo
Marcelo T. de Alvear 1125 – Cap.
(011) 4816-3780
Nuova Harmonia

 

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