En ocasión de cumplirse los 175 años del nacimiento de Piotr I. Tchaicovsky, el Ensamble Lírico Orquestal dirigido por Gustavo Codina ofreció tres piezas muy caras al mundo eslavo. En primer lugar, Antonin Dvořák y su Novena Sinfonía en Sol mayor Op. 95, popularmente conocida como Sinfonía del Nuevo Mundo, cuyo último movimiento, Allegro con fuoco quizás sea el que más raigambre cuenta en el inconsciente colectivo; tal vez por este motivo sea la obra por la que a Dvořák más se lo recuerde. Es de imaginar que no fue casual que Dvořák compusiera esta obra en los Estados Unidos ―la “Tierra Prometida” del Nuevo Mundo― hacia fines del siglo XIX.
Después subió al escenario el coro del Ensamble Lírico, que interpretó las bellísimas Danzas Polovtsianas, del segundo acto de Príncipe Igor. Así como a Dvořák se lo asocia con más frecuencia con la Sinfonía del Nuevo Mundo, a Aleksandr Borodín se lo recuerda por estas bellas danzas que cantan la gloria del Khan Khontchak. Interpretadas alternadamente por las voces femeninas, las masculinas y por la orquesta, cuentan cómo el Príncipe Igor es agasajado por el Khan en el campamento polovtsiano (de ahí el nombre de las danzas) en medio de sensuales bailes de hermosas mujeres y los cantos de los guerreros.
El cierre del concierto con la Obertura 1812 sirvió para recordar a Tchaicovsky. Dicha pieza fue compuesta en 1880 para conmemorar los 70 años de la retirada de las tropas de Napoleón de tierras rusas. Fue originalmente pensada para que se ejecuten disparos de cañón, cosa que es imposible llevar a cabo en recintos cerrados; de ahí la necesidad de percusión para tal fin. Fue un cierre majestuoso y aplaudido a tal punto que el director hizo un bis con los acordes más conocidos. Viviana Aubele
Fue el 4 de Octubre de 2015
Auditorio de Belgrano
Virrey Loreto 2348 – Cap.
(011) 4783-1783
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