NOVECENTO, música oceánica

Excelente trabajo de Darío Grandinetti con dirección de Javier Daulte

Actúa: Dario Grandinetti – Vestuario: Ana Markarian – Iluminación: Matías Sendón – Escenografía: Alberto Negrín – Autor: Alessandro Baricco – Versión y Dirección: Javier Daulte

El novelista, dramaturgo y periodista italiano Alessandro Baricco escribió este monólogo teatral para el actor Eugenio Allegri y el director Gabriele Vacis. La excelente puesta argentina de este bello texto cargado de lirismo reúne a Darío Grandinetti como narrador y a Javier Daulte en la estupenda dirección de este unipersonal. 

La obra cuenta la historia del mejor pianista del mundo, Novecento, nacido en un barco del que nunca en su vida bajó. El año pasado la dupla tuvo un excelente resultado en Una relación pornográfica; otra vez juntos remedan el dicho francés “No se cambia un equipo que gana”.

El monólogo lo recita Tim Tooney, trompetista del crucero Virginian, que subió a bordo el 27 de enero de 1927. En un destacable trabajo de polifonía vocal, Grandinetti narra y da vida a los distintos personajes que conviven en el transatlántico. La comunicación se establece directamente entre el actor y el público, que incluso participa con aplausos cuando el actor lo pide.

Uno de los diálogos mejor logrados es el del duelo pianístico al que se retan Novecento y Jerry Roll Morton, inventor del jazz. La iluminación de Matías Sendón y la musicalización de Diego Vainer coadyuvan para lograr ese clímax. Recordemos al respecto que para el director estadounidense Robert Wilson la luz es un actor más en el montaje de una obra, y aquí se cumple esa regla.

También son protagónicos el vestuario y la escenografía que nos ayudan a ubicar tiempo y lugar. El espectador ve cómo el cigarrillo se enciende al contacto de las cuerdas ardientes del piano tras la proeza musical del eximio pianista nacido en el barco. La magia del teatro hace visible lo que el cine plasmó en la película La leyenda del pianista en el océano dirigida por Giuseppe Tornatore.

Novecento desea ver el mar desde la tierra, salir a conocer ese mundo donde nunca estuvo: el café de la romana Piazza Navona, el Pont Neuf en París, pero no se atreve a dejar su mundo seguro de ochenta y ocho teclas, no puede enfrentarse a la inmensidad de la tierra: “Si frente a mí se extiende un teclado de millones de teclas… que nunca terminan… si ese teclado es infinito, entonces en ese teclado no hay música que puedes tocar. Te has sentado en el taburete equivocado: ese piano es el que toca Dios”, dice Baricco.

Será por eso tal vez que los seres humanos necesitamos la finitud, los límites, la certidumbre para poder construir nuestros deseos y ser felices. Quien haya leído el monólogo de Baricco seguramente habrá imaginado cómo sonaría arriba de un escenario, con luces, escenografía y sonido. Este es el momento oportuno de ver ese resultado cuya estética está a la altura de la belleza del texto. Marcos Alonso

Se dio hasta fin 2014
Teatro Metropolitan
Av. Corrientes 1343 – Cap.
(011) 5277-0500

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