Tres veces al amanecer – Actúan: Verónica Pelaccini, Lautaro Perotti, Jorge Rod – Vestuario y Escenografía: Graciela Galán – Iluminación: Roberto Traferri – Autoría: Alessandro Baricco – Adaptación y Dirección: Mónica Viñao
«Después de cierta hora las reglas cambian», le hace decir Martin Scorsese a uno de sus personajes en la comedia negra After Hours, que en nuestro país se conoció con el título de Después de hora. Del mismo modo, el protagonista central de Tres veces al amanecer, del italiano Alessandro Baricco, comprende que hay una hora, justo antes del amanecer, que impone ciertas actitudes, ciertos sentimientos. Inclusive ciertos destinos que, una vez desatados, se ubican más allá de cualquier posibilidad de control de parte de quienes han de vivirlos.
En este caso son un hombre y una mujer, desconocidos entre sí, que se encuentran tres veces, en diferentes tiempos, acaso diferentes dimensiones de esas realidades suyas dentro de la ficción, en el vestíbulo de un hotel. Cada encuentro supone una suma de posibilidades en cuanto al futuro, por definición incierto. Ese futuro que comienza apenas después de que termine de amanecer, pero que a partir de entonces ha de convertirse en pasado para siempre.
Dirigida por Mónica Viñao, la obra está dividida en tres partes. Cada una se relaciona con las otras de una manera evidente y, sin embargo, no del todo transparente. Son los mismos personajes en tiempos diversos. O quizás en diferentes posibilidades de esos destinos que antes mencionamos. Hay sin embargo un elemento en común, esa hora previa al amanecer, que de algún modo abre una puerta a la posibilidad de cambiarlo todo.
Cada uno de estos tres fragmentos -ya que de ningún modo podrían tomarse como escenas narrativamente completas- presenta hechos significativos en la vida de los personajes. La duda que queda -la más importante, al menos- es si estos tres fragmentos corresponden a una misma historia o si son cuentos enteramente diferentes. Según la interpretación que pone en juego la propia directora -ya sabemos que no tiene por qué ser la única interpretación posible- estas escenas no deben ser leídas en secuencia, sino ser tomadas como si fuesen posibles realidades alternativas: si ocurre una de estas historias, no sucederán las otras dos. Hay que elegir.
¿Hay que elegir? Lo interesante es que si esta elección queda en manos del espectador, al igual que cualquier posible interpretación, quiere decir que el antes referido destino quizás no sea, después de todo, tan definitivo ni tan predeterminado. Hay de hecho miles de cosas, millones de historias, que podrían llegar a suceder en esa continuidad que no vemos, posterior a cada uno de estos fragmentos, una vez superado el vórtice inquietante de esa extraña y misteriosa hora previa al amanecer. Y quizás sea, ni más ni menos, del mismo modo en que sucede día tras día en nuestras propias vidas. Germán A. Serain
Se dio hasta 2019
Teatro San Martín
Av. Corrientes 1530 – Cap.
0800-333-5254
complejoteatral.gob.ar
Comentarios