NO DÍA DE LA MÚSICA, el organus mal entendido

Una controversia sobre porqué Santa Cecilia fue elegida como patrona de la música

Podría haber sido el 27 de enero, que es el natalicio de Wolfgang Amadeus Mozart. O el 31 de marzo, día del nacimiento de Johann Sebastian Bach. O el 16 de diciembre, que es cuando nació Ludwig van Beethoven. Pero no: el Día de la Música se celebra el 22 de noviembre de cada año, como un empecinado homenaje a Santa Cecilia, cuya relación con la música al parecer fue menos que ninguna. Todo podría ser parte de un gran malentendido.

Cuenta la historia que Santa Cecilia pertenecía a una poderosa familia pagana, en la Roma de los tiempos en que el imperio perseguía a los cristianos. La joven recibía honores, poseía riquezas y los privilegios propios del círculo de los poderosos. Pero algo la llevó a convertirse al cristianismo, de un modo particularmente ferviente. A partir de entonces la santa dedicó su vida a promover la fe cristiana, entregando sus bienes a los más necesitados y llevando ella misma una vida en extremo sencilla, muy en contradicción con la tradición familiar. Por supuesto, en aquella época en que el cristianismo era visto como subversivo por el Imperio Romano, semejantes actitudes fueron mal vistas por las familias influyentes de entonces.

Todos los datos que tenemos sobre la existencia de Cecilia se conocen a través de las actas de su martirio, divulgadas siglos más tarde. Estos documentos cuentan que, acatando los deseos de sus padres, quienes acaso intentaban protegerla, la joven aceptó casarse con un muchacho llamado Valeriano, de otra familia aristocrática. “Un ángel de Dios guarda mi virginidad. Si te acercas a mí con amor impuro, desenvainará su espada y cortará en flor mi vida; pero si me amas y respetas mi pureza, se hará tu amigo y nos colmará de bienes”. Así le habría dicho Santa Cecilia, según las actas de la Iglesia, a su flamante esposo, con tanta convicción que según la tradición ella habría permanecido virgen y consiguió convertir al cristianismo a su marido.

Cecilia predicaba públicamente la religión de Cristo e intentaba vivir de acuerdo con sus enseñanzas, poniendo en riesgo su vida, dada la feroz persecución que Roma dedicaba a los católicos. La santa visitaba a los cristianos en la cárcel, enterraba a sus muertos y profesaba su fe con un convencimiento que llevó a su marido Valeriano, y al hermano de éste, llamado Tiburcio, a hacer lo mismo. Al cabo de un tiempo los dos hombres fueron arrestados y llevados ante el alcalde Almaquio, quien intentó en vano hacerlos renegar de su nueva fe, motivo por el cual fueron azotados y martirizados.

Cecilia alcanzó a sepultar sus cadáveres antes de ser arrestada ella misma por propagar el cristianismo. También a ella se le exigió que renunciara a su religión, pero la santa declaró que prefería la muerte antes que negar a quien para ella era el Dios verdadero. Fue entonces que Almaquio la condenó a morir sofocada en el baño romano de su propia casa. Según las actas del proceso, por más que los guardias pusieron en el horno una enorme cantidad de leña, Cecilia pasó en el baño todo un día y una noche sin sufrir daño alguno. La historia dice que, en vez de asfixiarse, ella permaneció elevando sus loas a Cristo. Dado que Cecilia no moría, se ordenó su decapitación. Se cuenta que el verdugo intentó separar su cabeza del cuerpo sin conseguirlo, y que la santa subsistió todavía tres días antes de su muerte, que algunos ubican en el año 177 después de Cristo y otros autores algo más tarde, en el año 230.

Durante más de mil años Santa Cecilia fue una de las mártires más veneradas por los cristianos, y una de las santas que más templos dedicados tuvo en Roma. En 1584, en coincidencia con la fundación de la Academia Musical de dicha ciudad, fue nombrada Patrona de la Música por el Papa Gregorio XIII. Ya a fines de la Edad Media se la había comenzado a representar tocando el órgano, el arpa o cantando. Pero el origen de este patronazgo no está exento de controversias.

Dicen los devotos que Cecilia recurría a la música para comunicarse con Dios, y que su patronazgo le fue otorgado por haber tenido un espíritu sensible y apasionado, particularmente afecto a los acordes melodiosos de los instrumentos. Hay quienes aseguran que desde muy joven tocaba instrumentos musicales. Algunos dicen que el arpa. Rafael la concibió tocando un órgano, y desde entonces se la representa en general de esa manera, aunque otros pintores la imaginaron tañendo una vihuela de arco u otros instrumentos de cuerda. En otras iconografías ha sido asociada incluso a instrumentos absolutamente extemporáneos, como la espineta o el virginal. En realidad nunca pudo comprobarse que Cecilia tocara algún instrumento.

En el siglo quinto Santa Cecilia comenzó a ser venerada, al tiempo que comenzaba a construirse la primera iglesia dedicada en su honor. En este templo se celebraban diariamente oficios cantados por una congregación de monjes establecidos por el Papa Pascual I. En el oficio divino de Santa Cecilia había al parecer una antífona que decía: Cantantibus organis Cecilia virgo corde suo soli Domino decantabat (Al son de los órganos, la virgen Cecilia en su corazón le cantaba sólo al Señor). Esta frase derivaba a su vez de una narración referente al día de la boda de la santa, incluida en las ya referidas actas de su martirio: Venit dies in quo thalamus collocatus est, et, cantantibus organis, illa in corde suo soli Domino decantabat dicens: Fiat cor meum et corpus meum immaculatum, ut non confundar  (El día en que se realizaría la boda, mientras los instrumentos sonaban, ella cantaba aparte a Dios en su corazón diciendo: Haz mi alma y mi cuerpo puros, de modo que no me confunda). Así surgió la interpretación que llevó a creer que Cecilia cantaba acompañada de un instrumento tocado por ella misma.

Curiosamente, otras referencias relativas a este capítulo de la boda señalan que mientras la música sonaba, como parte del típico jolgorio de la ocasión, la virtuosa Cecilia rehuía de ella, calificándola como “el mortal canto que impulsa a los inocentes a poner en peligro sus almas”. De ser ello cierto (y bien podría serlo, si consideramos las tendencias del cristianismo más ortodoxo), la santa poco tendría que ver con una defensa de la música. Más bien al contrario.

Otras partes de la liturgia a Santa Cecilia contribuyeron a la imprecisión. Al parecer en el siglo VI la celebración incluía la frase morte candentibus organus (murió con los órganos quemados), mientras que una transcripción posterior habría cambiado el texto a morte cantantibus organus (murió cantando). Sucede que a lo largo de los siglos las transcripciones sucesivas de los documentos de la Iglesia incluyeron muchas simplificaciones, a fin de hacerlos accesibles a los monjes no versados en lenguas cultas.

Allí es cuando el término organus deviene problemático, pues se trata de un genérico que puede aludir a cualquier herramienta para hacer algo. De modo que candentibus organis Caecilia Domino decantabat puede traducirse como “mientras el horno estaba al rojo, Cecilia cantaba salmos al Señor”. Pero al cambiar un copista la palabra candentibus por cantantibus, y al traducirse el término organus como si se tratase del instrumento musical, probablemente inexistente en la época de la santa, la frase queda así: “Mientras tocaba el órgano, Cecilia cantaba salmos al Señor”.

De modo que es posible que esto del patronazgo de Santa Cecilia en relación a la música no sea sino un gran malentendido. Uno más, entre tantos otros. Pero la tradición cristiana se resiste a ser corregida de la noche a la mañana. Y además no parece haber demasiados interesados en mover a la santa de su sitial. Muchos compositores han dedicado obras a Santa Cecilia. Así se cuentan las Misas de Charles Gounod y Alessandro Scarlatti, las Odas para el día de Santa Cecilia escritas por Georg Frideric Handel, Henry Purcell y William Boyce, así como el Himno a Santa Cecilia compuesto por Benjamin Britten, entre tantas otras.

Por nuestra parte, así como Lewis Carroll imaginó un mundo del otro lado del espejo con la posibilidad de celebrar los días de no-cumpleaños (“Mientras tú festejas un solo día por año, yo tengo 364 días de no-cumpleaños para recibir regalos”, le diría Humpty Dumpty a Alicia), del mismo modo este comentarista prefiere celebrar la música todos los días, y someterse a las protectoras músicas de Beethoven, de Bach o de Mozart. Germán A. Serain

Santa Cecilia en Wikipedia

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3 Comments

  1. Respetado Sr Germán.
    En primer lugar le agradezco por haberse tomado la molestia de consultar la biografía de la Santa en cuestión y ponerla a disposición de todos, sin embargo al contrario de su proposición, considero que Santa Cecilia no está del todo desvinculada del arte musical en cuanto usted mismo relata que utilizaba el canto como una forma de acercarse a su Dios sea internamente, en el momento de su boda o el momento de su martirio, por lo que no encuentro lógico entender un rechazo de la santa hacia la música como tal el día de su boda, sino por el contrario, quizá un rechazo de una música que no le fuese del todo grata debido a estar relacionada con cánticos paganos o invocaciones a las deidades en contravía de su convicción religiosa, además de ser evidente que este pasaje de rechazo musical es un añadido posterior que cualquier otro autor pudo haber incorporado al relato inicial de su martirio siglos después de su muerte, de esta forma Santa Cecilia no estaría rechazando la música sino una cierta forma de emplearla que no le era grata (¿una rudimentaria crítica musical?) así como muchos no percibimos grato determinado modo de usar o crear la música, además, (aunque según su artículo yo sería perteneciente al grupo de los interesados en mantener a la Santa en su pedestal – jajajajajajaja-) acotaría que la celebración de un día de la música separado del día de la Santa hace correr esta celebración el mismo peligro de muchos otros días internacionales que no son recordados por nadie y que permanecen en el olvido de la mayoría de la población, como usted mismo ha dicho, han nacido muchas composiciones en torno a la celebración de este día, por esta razón veo una forma de honrar a los músicos del pasado y del futuro en la celebración de la fiesta, en cambio, si se trasladase para el aniversario de cualquier compositor estaría dando un papel protagónico a esta persona sobre los demás creadores de música y tipos de música existentes (la santa a pesar de su orientación religiosa es mucho más neutral) es cierto que algunas celebraciones corresponden netamente al ámbito laico y que la celebración de este no está mal, sino que por el contrario permite explorar otras formas de conocimiento exteriores a la religión; sin embargo considero que el día de la música puede ser celebrado de manera laica por quién lo desee sin demeritar por ello la connotación religiosa de la fiesta que la hace, bajo la perspectiva de muchos, como más luminosa y significativa. A pesar de todo y de que nuestras opiniones pueden manifestarse contrarias, le agradezco su preocupación por la música y las artes en general, además de trabajar para la difusión y visibilización de estas. No siendo más, me despido no sin antes enviarle un caluroso saludo y deseándole un contingente feliz día de la música (o no-día de la música Según cómo lo desee ver) ¡Excelente día!

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