MAMORU SAMURAGOCHI, Beethoven fraudulento

Ascenso y caída de un exitoso compositor con gran habilidad para la mentira

La historia tiene ribetes insólitos y por demás interesantes. El compositor Mamoru Samuragochi se hizo dar a conocer como «el Beethoven japonés», pero finalmente resultó ser un absoluto fraude. O acaso no del todo. Precisamente, esta nota pretende replantear en alguna medida esta última cuestión. Pero primero narremos los hechos.

Mamoru Samuragochi nació en Hiroshima un 21 de septiembre de 1963. Dice la historia que comenzó a tocar el piano a la edad de cuatro años.  Que cuando cursaba el colegio secundario comenzó a sufrir migrañas, y que al cumplir los 35 años había perdido por completo su audición. Samuragochi no asistió a ninguna academia musical, sino que prefirió presentarse como autodidacta. 

En una entrevista publicada nada menos que por la revista TIME, el compositor aseguraba que para él, la pérdida de su audición había sido recibida como un obsequio de Dios. “Si confías en tu sentido interno, trabajando con los sonidos sin escucharlos, se crea algo que es más verdadero. Es como comunicarte desde el corazón”.

Fue debido a su sordera, aunque probablemente huelgue aclararlo, que recibió el mote susodicho. Y fue por su Sinfonía Nº 1 Hiroshima, editada en 2003, que llegó a conocer la fama internacional. Dedicada a las víctimas de la explosión atómica de 1945, esta sinfonía fue estrenada en 2008, en un concierto extraordinario celebrado para conmemorar la reunión de los líderes del Grupo de los Ocho en Hiroshima. Más tarde fue lanzada en CD, como parte de las celebraciones del centenario del sello discográfico Nippon Columbia. Una Sonatina para violín y la música para varios videojuegos también fueron editadas con su firma.

Symphony No. 1 Hiroshima: 1st Movement

A fines de marzo de 2013, Mamoru Samuragochi fue el tema de un documental de la televisión japonesa titulado Melody of the Soul: The Composer Who Lost His Hearing. El relato tenía todos los elementos que un productor podría desear: el compositor era hijo de sobrevivientes del bombardeo atómico, había logrado triunfar con la música a pesar de su completa sordera, había sido galardonado como Ciudadano Ilustre de Hiroshima y se lo presentaba junto a sobrevivientes del terremoto y tsunami de Tōhoku en 2011 en el norte de Japón.

Pero en junio de 2013, un periodista que entrevistaba a Samuragochi en su apartamento en Yokohama notó algo extraño. Había algunas inconsistencias en lo que decía, y además le dio la extraña impresión de que respondía algunas preguntas antes de que el intérprete de lenguaje de señas hubiera terminado. La gota que desbordó el vaso fue un gesto impensado: en determinado momento Samuragochi se puso de pie para abrir la puerta, sin que nadie le dijese nada, inmediatamente después de que sonara un timbre. 

Meses más tarde se desató el escándalo, al revelarse que en realidad Samuragochi no era sordo. Pero esto no era todo: además la mayor parte del trabajo que se había atribuido, incluida la famosa Sinfonía Hiroshima, no había sido compuesta por él, sino por un compositor fantasma llamado Takashi Niigaki, modesto profesor de una escuela de música de Tokio.

Niigaki había llegado a un acuerdo con Samuragochi por el cual recibió alrededor de 7 millones de yenes para escribir, durante 18 años, más de 20 obras por encargo, que Mamoru Samuragochi haría pasar como propias. En algún momento Niigaki sintió que ya no podía seguir siendo cómplice en el fraude. Y ese fue el comienzo del fin.

El 7 de marzo de 2014 Mamoru Samuragochi, que era visto en todo Japón como una enorme inspiración, dio una conferencia de prensa en Tokio, donde admitió públicamente que no era sordo. Pidió también disculpas por haber defraudado a sus seguidores al haberle encargado a otro compositor escribir su música. Estas disculpas no evitaron que su sello discográfico hiciera pública su indignación y retirara del mercado todas sus grabaciones.

Ahora bien, la pregunta es si la música firmada falsamente por Samuragochi no merece tal vez seguir siendo valorada, al margen de que haya sido compuesta en realidad por otra persona. Es un dilema similar al que nos presenta el célebre Adagio de Albinoni, que aunque mucha gente no lo sepa,  se trata en realidad de una obra compuesta en 1945 por el italiano Remo Giazotto.

¿Modifica en algo la falsa atribución de la autoría las eventuales cualidades musicales que son intrínsecas de la obra? Unos párrafos más arriba el lector tiene a disposición un video donde podrá escuchar el primer movimiento de la Sinfonía Hiroshima, para que pueda evaluar la cuestión por sí mismo. Y si se queda con ganas, también quedan los dos movimientos restantes en los enlaces que dejamos aquí abajo. En nuestra modesta opinión, más allá de quién la haya escrito, la obra merece ser escuchada. Germán A. Serain

Symphony No. 1 Hiroshima: 2nd Movement
Symphony No. 1 Hiroshima: 3rd Movement

Mamoru Samuragochi en Wikipedia

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