Los conductores de Radio Tertulia entrevistan a los integrantes de un grupo británico, London Inspection. Deben hablar en inglés, digamos «hablar in ínglish». El resultado: un disparatado ir y venir de declaraciones en inglés de los artistas y una hilarante interpretación de los conductores, que de inglés saben tanto como un bebé de física cuántica. Pero esto es parte de un número de Les Luthiers: La importancia de saber idiomas, y el supuesto reportaje radial se da en un teatro delante de una audiencia que no para de reír. El punto es que en las relaciones diplomáticas, no manejar una lengua de uso tan extendido como el inglés puede propiciar un papelón descomunal. Sucedió esta semana con el discurso que el ministro de relaciones exteriores, Santiago Cafiero, dio en Dubai. Las reacciones fueron instantáneas, no por el contenido del discurso sino por el escaso dominio del que Cafiero hizo una lastimosa gala. Las comparaciones con el “is veri díficul” de Cárlos Tévez cuando jugaba para el Manchester City no se hicieron esperar, como tampoco los memes. Y las repercusiones.
El Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires (CTPCBA) emitió antes de ayer un comunicado manifestando su “profunda preocupación” por el defectuoso discurso y resaltando la necesidad de recurrir a profesionales idóneos -traductores o intérpretes diplomados- para tales menesteres. Y al día siguiente, la traductora pública Beatriz Rodríguez -presidente del Colegio-, en diálogo con Jonatan Viale en Pan y circo, fue muy contundente: nuestro país quedó muy mal parado frente al resto del mundo. Rodríguez remarcó que se debió haber convocado a un profesional idóneo en este campo.
Por otra parte, la lista Unidad del CTPCBA, liderada por el traductor público Ricardo Naidich, ex presidente del Colegio, fue un poco más allá al poner en la palestra no solo el defectuoso inglés del canciller sino el furcio de la senadora Sandra Mendoza al confundir, en su alocución en el Congreso, “Damocles” con “Domacle”, en alusión a la famosa espada, o al decir “afrentar” en lugar de “afrontar”. El comunicado de la agrupación mencionada pone también de manifiesto “la pobreza de lenguaje de nuestro pueblo” y el ninguneo que nuestras autoridades hacen sobre los conocimientos idiomáticos imprescindibles para llevar adelante la tarea de relacionarnos con el mundo.
Más allá de la hilaridad contenida en los memes y las inevitables alusiones a Carlos Tévez, el asunto es grave. Por una parte, desde los estamentos oficiales se evidencia un descuido de nuestra imagen como nación ante países extranjeros, y encima se menoscaba sistemáticamente no solo la labor de los traductores públicos e intérpretes, sino la de los profesores de idioma, más que capacitados para asistir a quien deba decir su discurso con una pronunciación y dicción decentes. Lamentablemente, y por mucha buena voluntad que uno ponga, es muy difícil seguirle el hilo a la alocución de Santiago Cafiero. Y si bien la senadora Mendoza expresó sus disculpas, la “macana” ya estaba hecha.
Es alarmante el nivel de improvisación y negligencia de parte de quienes deben velar por la educación y la cultura nacionales. Nadie pretende que la senadora Mendoza sea una experta en filosofía, historia o literatura, ni que se equivoque como todos. Pero que en un mismo discurso un funcionario público cometa dos errores tan groseros, y que un canciller no prevea sus propias falencias en una lengua extranjera, deberían hacernos pensar qué tipo de profesionales, políticos y funcionarios públicos estamos generando. El grado de imprevisión en el que nuestra clase política parece haber hecho un posgrado cum laude difícilmente pueda ser un buen ejemplo para las generaciones que en pocos años deberán tomar la posta para conducir los destinos de nuestro país. En este portal, en noviembre de 2020, se hizo mención de la gaffe del gobierno cordobés cuando usó al traductor automático para sus eslóganes de promoción al turismo, en vez de contratar profesionales idóneos para tal tarea, y la lógica indignación de los profesionales de ese campo. Una vez más, los traductores e intérpretes debemos salir a gritar que existimos, que no estamos pintados.
Saber inglés no solo es útil, sino imprescindible si queremos que nuestro país esté conectado con el resto del mundo. Y si un funcionario no sabe inglés -porque le cuesta, porque no tuvo la oportunidad, porque no le gusta, o lo que fuere- al menos debería tomar los recaudos necesarios para conseguir gente idónea que supla esa necesidad. para no «hablar in ínglish». La crisis no es simplemente económica, sino moral. Y si es moral, la vía de salida será ardua y penosa, si es que todos nos proponemos sacar a este país del abismo en el que viene cayendo desde hace décadas. La cultura y la educación parecen ser los últimos orejones del tarro en las políticas de estado, que se empecinan en levantar monumentos a la corrupción y discurrir en verdaderas banalidades, en vez de levantar el nivel de vida y la dignidad de los argentinos. Sacar a nuestro país de la decadencia cultural y moral es una tarea que no podemos darnos el lujo de delegar a otros. Viviana Aubele
Ilustración: twitter.com/todosanata
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