Sin desdeñar al muy profesional elenco que vino desde París y sin apasionamientos porque haya nacido en nuestro país, la estrella –en todo el alcance del término- fue Ludmila Pagliero, quien subyugó en todo momento a un público expectante, que seguramente le sumó nuevos adeptos.
Un clima gozoso llenaba la sala en cada aparición de la bailarina, que hizo eclosión –como corresponde- en el final, al compás de las notas de la Sinfonía No. 3 de Mahler, dibujadas estupendamente junto a Hervé Moreau, excelente partenaire de notable prestancia, en el Cantadagio coreografiado por Joseph Lazzini. De manifiesta y sutil sensualidad, sin efectismos, con encanto particular pero abrevado en años de arduo trabajo, el número fue glorioso.
Sin embargo, las estrellas del Ballet Opera de Paris descollaron desde el comienzo con Paquita según la clásica visión de Marius Petipá y sorprendieron gratamente con el añadido de Roland Petit para Carmen. El programa contó también con atractivos de siempre como los pas de deux de La fille mal gardée, Romeo y Julieta y el Grand Pas Classique con música de Daniel Francois Esprit Auber.
Asimismo, lo contemporáneo estuvo bellamente expresado a través de una canción napolitana, bailada con mucha gracia por Charline Giezendanner y Axel Ibot. Claro que no faltó el pas de trois de Cisne negro, mejor actuado que bailado, y una presentación con proyecciones y volátiles tules, interpretada en piano por Touvé Ratovondrahety, quien también tuvo a su cargo el magnífico final con deleitables arreglos. Martin Wullich
Fue el 23 de agosto de 2013
Teatro Coliseo
M. T. de Alvear 1125 – Cap.
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