Es indudable que por algo las estrellas del Ballet Ruso -desde la época de Sergei Diaghilev, que ostentaba el nombre Ballets Russes para su compañía- tienen la fama que tienen. Cuando se lee la educación que han tenido sus más insignes étoiles, el esfuerzo y la dedicación que han puesto, junto a algunos padecimientos –como en el caso de Rudolf Nureyev, por citar sólo uno-, se percibe que ese trabajo no ha sido en vano. Así es que con la venida de las Estrellas del Ballet Clásico Ruso (de teatros como el Bolshoi, el Mikhailovsky y el Kirov), se confirma una vez más por qué Rusia es la cuna y mantiene la fama del ballet clásico por sobre muchos otros lugares.
El programa ofreció lo mejor de lo que casi siempre se quiere volver a ver una y otra vez. Estructurado en dos partes, la primera ofreció el White Adagio de El lago de los cisnes de Tchaicovsky, bailado con notable prestancia por Yuliia Makhalina y Mikhail Venshchikov, quien luego acompañó muy bien a Natalia Ledovskaya en el vals de Chopiniana con música del compositor polaco. La primera pareja también comenzó la segunda parte aún con mayor ahínco artístico, bailando sensualmente el Adagio de Scheherazade de Rimsky-Korsakov.
La presentación de siguió con Kristina Andreeva y Oleg Ivenko haciendo graciosa y magníficamente el Pas de deux de Harlequinade de Drigo, con la coreografía de Marius Petipa. Del mismo coreógrafo, se presentaron varios números, entre los que brillaron los Grand Pas de Don Quijote –interpretado por la misma pareja- y de La Bayadère de Minkus, estupendamente danzado por Marina Veznavets y Konstantin Zverev, pareja que también hizo una deleitable y encantadora suite de Carmen, de Bizet, que incluyó la Habanera, la variación y el dúo del Torero.
Los dos solos del programa sorprendieron cada uno a su manera. Victor Ishchuk protagonizó un vigoroso Gopak, bailado con folclórico vestuario e imprimiendo el carácter ucraniano imprescindible a la danza de Vasily Soloviev Sedoy, que hizo arrancar al público un copioso aplauso. Luego, con Anastasia Lomachenkova, hizo el llamativo Pas de deux de Las llamas de París. Y Makhalina danzó con notable sentimiento y exquisitos movimientos La muerte del cisne de Saint-Säens.
El notable Victor Lebedev bailó primero con Lomachenkova el Pas d’action de El Corsario y luego el Pas de deux de Giselle junto a Ledovskaya, ambos muy gozosos. Con maravilloso y original vestuario, muy buen trabajo de iluminación y proyectada escenografía alegórica, las Estrellas del Ballet Clásico Ruso mostraron la técnica insuperable y la entrega total en cada personaje interpretado. Martin Wullich
Fue el 31 de agosto de 2013
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