EL NIÑO ARGENTINO, un Kartun poético

El niño argentino – Actúan: Mike Amigorena, Osqui Guzmán, María Inés Sancerni – Vestuario: Gabriela A. Fernández – Escenografía: Héctor Calmet – Iluminación: Héctor Calmet, Miguel Morales – Música: Carmen Baliero – Músico: Gonzalo Domínguez – Coreografía: Luciana Acuña, Luis Biasotto – Autor y Director: Mauricio Kartun

Curioso y divertido, aunque al principio cuesta adaptarse, es el texto en verso, notable, crítico y sagaz de esta obra del autor y director Mauricio Kartun . Es interesante la pintura de una época y una clase social que se permitía determinados lujos en sus viajes por ultramar navegando enormes paquebotes. No es la primera vez que me cuentan que había quienes llevaban hasta una vaca para tener garantizada la pureza de la leche. ¿Vendrá de ahí lo de “tener la vaca atada”?

A ese texto se suman dos actuaciones magistrales, la de Mike Amigorena, que personifica a El Niño Argentino del título, y la de Osqui Guzmán, que compone un peón de campo que cuida a la vaca que con ellos viaja. Esto sucede en la bodega de un barco -muy atractiva escenografía de Héctor Calmet-, salido de Argentina con destino a Europa.

La personificación de Amigorena como el niño, altanero y arrogante, con su actitud patética y perversa, logra momentos sublimes. Es muy elocuente con su mirada, sus movimientos y sus gestos. Cuando habla, lo hace con un tono de niño bien, pretencioso y engrupido, parafraseando al tango. Sorprende con determinados mohines de su extravagante personalidad que no conoce límites. En tanto, Guzmán lleva a su peón, apacible y bondadoso, tierno y querible, por un camino que contrasta notablemente con la personalidad del niño, logrando asi momentos muy graciosos, como el baile del pericón.

La vaca es símbolo de la decadencia de la historia de una nación, la nuestra, cuyos difíciles meandros parecerían complicarse aun más en la medida en que el tiempo pasa. El juego del poder ejercido para el propio beneficio y las transgresiones de todo tipo se reflejan en esta historia plena de expresividad a través de sus protagonistas. Aunque un poco extensa en su duración, es una atrayente propuesta -basada por sobre todo en las admirables actuaciones de sus protagonistas- con música interpretada en vivo por Gonzalo Domínguez, todo un hombre orquesta. Martin Wullich 

Se dio en  Teatros Regina, del Pueblo y Auditorium Mar del Plata