Los que aúllan son lobos – Actúan: Damián Cegarra Anze, Augusto Monk, Julián Riveros y Pablo Szakiel. Música original: Augusto Monk – Luces: Agustina Rabenstein – Dramaturgia: Alan Cabral – Dirección: Mariana Ortiz Losada
Hay en todo lo humano algo escondido, algo salvaje. ¿Qué será lo que nos define como humanos, finalmente? ¿Cuál será el elemento distintivo que nos coloca en ese lugar diferenciado respecto del resto del mundo animal? Acaso sea el uso del lenguaje. O quizás el hecho de cocinar los alimentos que comemos. O el poder reconocer nuestra imagen reflejada en un espejo.
Aunque también podríamos elegir poner en duda ese lugar de supuesta privilegiada superioridad que, con más soberbia que razón, nos hemos dado los humanos. O bien preguntarnos si la famosa sentencia según la cual el civilizado hombre puede ser definido como el lobo del propio hombre, pronunciada por Thomas Hobbes, de verdad le hace justicia a nuestros hermosos hermanos de cuatro patas, o los insulta.
Alan Cabral, dramaturgo de Lanús, provincia de Buenos Aires, es el autor de la primera de las obras que el Teatro Nacional Cervantes pone a disposición del público, para ver en línea de manera gratuita, como parte de su nuevo ciclo Nuestro Teatro Federal. Se trata de la continuidad del ciclo Nuestro Teatro, pero con obras seleccionadas de distintas regiones del país, filmadas en diferentes provincias, con elencos y directores locales, en colaboración con el Instituto Nacional del Teatro. Una iniciativa que se aplaude, sin reservas, con entusiasmo.
El registro de Los que aúllan son lobos fue realizado en el Teatro Municipal de Lomas de Zamora y su calidad es excelente, comenzando por la capacidad actoral de Damián Cegarra Anze, quien interpreta a un joven incomprensiblemente sometido por su padre y reducido a un estado de servidumbre y literal animalidad. La obra toma la forma de un soliloquio en el cual la reflexión propiamente humana y la expresión de lo salvaje se equilibran y se complementan con la acción muda y brutal desarrollada por otros dos actores y un músico en escena.
Dirigida por Mariana Ortiz Losada, la obra prescinde de toda escenografía, como no ser un área cuadrada delimitada con cinta adhesiva en el piso del escenario, que sin embargo es más que suficiente para transmitir la sensación de encierro que pesa sobre el personaje.
Un detalle curioso: el uso de tapabocas en escena, al mismo tiempo que refleja los cuidados propios de los protocolos sanitarios a los cuales obliga la actual pandemia, refuerza el grado de agresividad de los personajes mudos. Hombres sin duda, que sin embargo no hacen uso en ningún momento de la palabra. Como si fuesen animales. Germán A. Serain
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