Comencemos este comentario diciendo algo acerca de Johann Sebastian Bach, y destaquemos el hecho -sencillamente extraordinario- de que fuese capaz de asumir la composición de una cantata sacra por mes, durante el tiempo que trabajó en la corte de Weimar, de las dimensiones y la calidad de la cantata BWV 21 Ich hatte viel Bekûmmernis (Tuve mucha aflicción en mi alma), que interpretó en la primera parte de su concierto la Gaechinger Cantorei, bajo la precisa dirección de Hans-Christoph Rademann. Esto además de trabajar sobre el resto de su repertorio instrumental, cumplir con sus tareas como organista, ensayar con el coro y los ejecutantes, verificar el estado de los instrumentos, dar sus clases en la Escuela de Santo Tomás y ocuparse, ciertamente, de su esposa y sus hijos.
La cantata en cuestión, una muestra cabal del enorme arte de Bach, se divide en dos grandes secciones, en medio de las cuales estaba previsto que participara el oficiante de la ceremonia. La primera parte expresa una profunda desazón, propia de quien ha perdido la esperanza y el sentido de la vida, en tanto la segunda manifiesta la alegría del reencuentro con la fe en Jesucristo y la promesa de una vida eterna, que compensaría los sufrimientos de la vida terrena y el dolor ocasionado ante la inevitabilidad de la muerte. Es interesante la aceptación que el texto -elaborado de la mano con el poeta de la corte Solomon Franck- expresa ante la humana duda en la religión, algo que muchos practicantes consideran inadmisible.
La segunda parte, por contraste, estuvo reservada a esa catedral bachiana que es el Magnificat BWV 243, que sin dejar espacio a la menor vacilación exalta la inminente venida del Cristo según lo anticipa la inspiración de su madre María, quien lo alberga en su vientre. Un dato interesante en cuanto a lo musical es que originalmente la obra estaba escrita en Mi bemol, pero Bach decidió cambiar la tonalidad al añadir nuevas partes de flautas y trompetas, que encontraban menos dificultades de interpretación al trasponer la partitura a Re Mayor. La versión original del Magnificat fue estrenada en el oficio del 25 de diciembre de 1723, en tanto su revisión definitiva data de 1728.
La interpretación del Gaechinger Cantorey fue irreprochable, equilibrada en todos los aspectos y reveladora de un profundo estudio de las obras ofrecidas. La tradición musical estaba asegurada de antemano, pues la agrupación es la misma que fundara Helmuth Rilling en 1954 para la Internationale Bachakademie Stuttgart. La nueva denominación del ensamble pretende hacer foco sobre el hecho de que la concepción relativa a lo coral excede aquí ampliamente la idea que el público puede tener respecto de lo que es un coro. En efecto, aquí no solamente los cantantes deberían poder alternar con comodidad entre el ensamble y un rol solista, sino que la idea va incluso más allá del conjunto de voces. Es que en el contexto de la creación bachiana el concepto de lo coral alude a una pluralidad de voces musicales, que tanto pueden ser propiamente vocales como instrumentales, sumando en un mismo ensamble la totalidad de los recursos necesarios para realizar las obras que habrían de interpretarse en la iglesia.
Voces e instrumentos barrocos, amalgamados en un perfecto ensamble, nos acercaron la maravilla de estas dos grandes obras de Bach, coronando la noche con un fuera programa inmejorable: el famoso Jesus bleibet meine Freude, que consiguió -lo cual parecía improbable- elevar todavía más la satisfacción de haber asistido a este concierto. Germán A. Serain
Fue el 29 de mayo de 2018
Teatro Colón
Libertad 621 – Cap.
(011) 4378-7100
mozarteumargentino.org
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