En la cama – Actúan: Monica Ayos, Walter Quiroz, Gerardo Romano, Viviana Saccone – Iluminación: Gonzalo Córdova – Escenografía: Diego Siliano – Vestuario: Mercedes Colombo – Música: Mauro Garcia Barbe – Autor y director: José María Muscari
Cuando uno sabe que lo que va a ver es de José María Muscari, es raro entrar a la sala y observar, ya desde la escenografía, que la puesta bien podría ser de cualquier comedia de la avenida Corrientes pero no algo pergeñado por él. Este es el primer indicio de que el autor y director es capaz de transitar otros caminos y generar variadas situaciones, aun con toques muscarianos que se notarán durante la representación. Esa es la gracia, claro.
Si bien no es la primera vez que un espectáculo suyo tiene domicilio en la arteria de las salas costosas, el espectáculo anterior –en el Lorange- presentaba, sin mayor sentido, muchos ingredientes transgresores del discutido director -incluyendo un travesti que hacía pis en un gran tacho de pintura-, que ahora parecería presentar con una capa de otro color.
Lo que le ocurre a las dos parejas protagonistas de la historia no es nuevo bajo el sol y –por esa razón- muchos espectadores verán un retrato de si mismos y de una clase media acomodada que ha sabido sobrellevar crisis, ubicarse en el lugar preciso y disfrutar de pequeños lujos para ostentar, graciosa o patéticamente, otra apariencia. El director ha marcado el contacto directo y el guiño con el público, como un modo de hacerlo cómplice de lo que ocurre en escena.
Desde el comienzo las seductoras Viviana Saccone y Mónica Ayos se presentan en la platea para contar algo de sus vidas, situación que aprovechan para pedir el apagado de celulares. Por momentos a la manera del teatro para chicos, también de ciertas revistas que combinan erotismo y humor, la historia avanza por los caminos del sexo, la pareja, la autoayuda, la paternidad, el dinero, el consumo material, las necesidades de algo más, sin grandes sorpresas.
Ellas lucen sus atractivos cuerpos y responden dignamente al ping pong generado por el texto. Gerardo Romano despliega su técnica y madurez histriónica para llevar su personaje a un lugar de entretenimiento constante, que ríe de si mismo, denotando conocimiento y habilidad para comunicarse con los espectadores y generar la divertida duda de si quien habla es él o el personaje. Walter Quiroz compone un marido indeciso y algo pusilánime que sueña con demostrar que no lo es, en un punto actoral ajustado y preciso, con mucha simpatía, que tiene su momento cúlmine con un desopilante y sorprendente monólogo.
La gran cama del título –y el resto del decorado- ha sido bien lograda y dará cabida a todo tipo de equívocos, mientras de ella salen y en ella entran los personajes con sus ocultas fantasías y deseos no siempre revelados. Con gran apertura de su abanico profesional, Muscari ofrece un ameno y ocurrente espectáculo –algo extenso en su duración- que se disfruta sin mayores pretensiones. Martin Wullich
En la cama
se dió hasta Febrero 2009
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