Ya desde el arte de tapa –la pintura de Otto Dix, A la belleza, autorretrato en un burdel- se anuncia el aire que anima a los cuentos de Abelardo Castillo, elegidos y revisados por él mismo para este volumen intitulado Del mundo que conocimos. Tanto en las entrevistas ofrecidas para la presentación de este libro como en el prólogo, Castillo –de 81 años- desmiente que se trate de una antología en un sentido formal sino que es apenas una colección de sus preferencias en las que no prima un criterio literario; en cambio, entre todas conforman una suerte de autobiografía por el significado que tuvo para él escribirlas. “Hay páginas que son como mojones; otras, como saltos al vacío”, declara. Será tarea del lector desentrañar los fantasmas que agitaban a Castillo mientras tecleaba línea a línea.
Abre la serie de relatos La madre de Ernesto -el cuento más conocido del autor- en el que un grupo de amigos se prepara para comprar los servicios de una mujer ofrecidos en el bar del pueblo, improvisado club nocturno. Sospechan que se trata de la madre de un chico del barrio. En el prólogo confiesa Castillo que esta historia se la contó un amigo de la adolescencia en su San Pedro natal. Also sprach el señor Núñez, cuyo título remeda el Así hablaba Zaratustra de Nietzsche, es el estallido enajenado de un empleado de oficina que ha despertado a su condición esclavizante y pretende matar a todos sus compañeros no sin antes convencerlos de que se lo deben agradecer.
En Patrón y Por los servicios prestados un personaje fuerte doblega hasta lo ignominioso a otro sumiso y callado, hasta que este último invierte la ecuación demostrando el principio de que lo tierno y lo débil vencen a lo duro y lo fuerte. En Los ritos, Crear una pequeña flor es trabajo de siglos, La cuestión de la dama en el Max Lange, El tiempo de Milena y La fornicación es un pájaro lúgubre. el tema es el amor carnal como un desliz inevitable, un renuncio que oscila entre mujeres casadas y adolescentes de los años sesenta. Es una cruzada a través de cuartos de hoteles alojamiento como marco para una profesión que exige la entrega de cuerpo y alma: la de escritor.
Abelardo Castillo ocupa su merecido lugar en el Olimpo de los escritores argentinos más leídos, notable por dar testimonio a través de su obra del valor del conocimiento, el compromiso y el trasfondo poético de la mera historia por narrar. Del mundo que conocimos es para disfrutar de las preferencias escogidas por el autor y otorgarle la indulgencia que suplica en el prólogo.
“Hacer el amor, armarlo, levantarlo piedra sobre piedra, arco a arco, columna a columna, y dejarlo instalado sobre el mundo, es desafiar nuevamente a Dios. El árbol vedado del remoto monte del Abuelo, antes que ningún otro conocimiento, enseñaba esa peligrosa sabiduría, y es así que todavía hay un ángel castrado entre las plantas amenazando los genitales de los hombres con una espada de fuego. Hacer el amor es robarle la mujer a Dios. Porque para armar el amor y habitarlo, hay, antes, que crear a la mujer, hacerla. La mujer es la casa del hombre, decían los antiguos. Es cierto. La mujer es una casa construida según la lenta albañilería de algún hombre”.
Parece ser que Abelardo no necesita ninguna indulgencia, sino la obligada gratitud por los servicios prestados. Silvia Bonetti
Del mundo que conocimos
Abelardo Castillo
Alfaguara
200 páginas
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Abelardo Castillo (San Pedro, 1935) Narrador y dramaturgo argentino cuya obra se caracteriza por su prosa cortante y muchas veces reveladora de la sordidez de la realidad. Muchos de sus relatos incursionan en el delirio y lo fantástico. Algunos (La casa de ceniza, Las panteras y el templo) son explícitos o secretos homenajes a Poe, a quien Abelardo Castillo transformó en personaje teatral en Israfel, obra premiada en París por un jurado internacional y que tuvo largo éxito en Argentina.
En lo narrativo, además de sus excelentes antologías de relatos, habría que destacar novelas como La casa de ceniza, Crónica de un iniciado, El que tiene sed o El evangelio según Van Hutten. A lo largo de su carrera ha recibido el premio Casa de las Américas, el Konex de Brillante y el Premio de Honor de la SADE, entre otros.