LA GUITARRA AZUL, de John Banville

En la deriva del adulterio y otros renuncios

Dicen que el poeta norteamericano Wallace Stevens escribió el poema La guitarra azul inspirándose en el cuadro de Picasso El viejo guitarrista, y que John Banville tomó el título del poema para presentar su última novela. De hecho, unos versos de Wallace anteceden el relato: “Las cosas como son / cambian en la guitarra azul”.

El protagonista, Oliver Orme, es un artista plástico en la edad madura, atravesando un bloqueo tal que amenaza con abandonar la pintura para siempre. Aunque está casado con una mujer más joven que él y muy bella, incurre en la tentación de tener un affaire con la esposa de su mejor amigo, generando una deriva del estado de las cosas que alcanzarán un realce especial durante el relato gracias a la maestría del autor irlandés. Banville obtiene una pintura de cada escena, sea trivial o tediosa de interpretar. Plagada de referencias a cuadros famosos o históricos –algunos de ellos convendrá googlearlos porque no todos son tan conocidos-, la novela rinde culto a su antigua vocación artística, ya que Banville primero probó con la pintura y, aunque no lo condujo a su definitivo camino, lo cargó con un bagaje de cultura artística y simbólica que sirvió de andamiaje a su expresión literaria.

Oliver es descubierto en su aventura amorosa y escapa a su casa paterna, una vieja construcción semiabandonada –recurso ya utilizado en Eclipse-, donde comienza la epopeya del hombre contemporáneo en viaje constante por los meandros de su conciencia. La amante va a buscarlo, con una bebé de su matrimonio, y le pide que la acompañe a la casa de sus padres, adonde regresará luego de romper con su esposo. La perplejidad de Oliver y su falta de reacción emocional abren un campo paralelo donde todo tipo de cavilaciones, descripciones tonales y laberínticos saltos de tiempo se intercalan construyendo una magistral composición de una historia que no tiene nada de particular, pero se apoya en una peculiar voz narradora que se critica y absuelve a cada página.

Oliver examina su ligera debilidad para tomar prestadas cosas que no son de él, su crisis creativa, la pérdida de una hija pequeña y el regreso al pueblo de su origen. El derrotero de este antihéroe tiene desenlaces que lo dejan no muy bien parado, obligándolo a recurrir a la controversial figura de su hermana y al recuerdo de su infancia con su padre. En todos los pasajes, la cruenta realidad se torna una amena balada que cuenta un episodio en un murmullo poético. Esa es la guitarra azul de John Banville, donde las cosas como son, cambian. Silvia Bonetti

La guitarra azul
John Banville
Alfaguara
296 páginas

John Banville (Wexford, Irlanda, 1945) es uno de los grandes talentos de la lengua inglesa. Escribe también novela negra bajo el seudónimo de Benjamin Black. Sobre su desdoblamiento como escritor, ha dicho: “El arte es una cosa extraña. Bajo el sombrero de Banville puedo escribir 200 palabras al día. Un día decidí que podía convertirme en otro y bajo ese segundo sombrero, en esa segunda piel, puedo irme a comer tras haber escrito un millar de palabras, tal vez 2.000, y disfrutar con ello. Es increíble descubrir cómo otro tipo puede vivir tu vida y usar tus manos y deleitarse con eso. Escribir es un trabajo peculiar… Escribir es como respirar. Lo hago por necesidad. Por mi propia boca, y ahora también por la de Black”. Banville es conocido por el estilo preciso de su prosa. Su ingenio y su humor negro muestran la influencia de Nabokov.

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