En Cuentos reunidos, colección elegida por la misma autora, Liliana Heker, hay un cuento titulado Las peras del mal, con un personaje llamado Sereno Farías que nace y muere de viejo en un paraje recóndito de los que ya no quedan, parecido a Los Arrayanes. Sereno traza una vida signada por la bondad natural, como ya lo habían observado con sorpresa la abuela y el cura del lugar. Pese a que en repetidas oportunidades y en diferentes etapas de la vida, el encuentro con un niño-diablillo lo induce a cometer acciones que para Sereno eran pecados y por ende no le estaban permitidas -como robar peras de una propiedad ajena o espiar a una pareja de amantes furtivos a través de la pared de un baldío-, él se mantiene con rectitud en la senda de lo correcto y, cuando su mujer muere, regresa a vivir a Los Arrayanes.
Una noche siente que ya llega su hora y manda a llamar al cura. Ante la opresión de los síntomas del momento final asume que hasta aquí llega todo. Es cuando entra en la habitación el chiquillo sonriente. Sereno le sonríe también y, por esas cosas, se siente con ganas de aceptar el ofrecimiento que le trae el niño. “¿Por diez minutos?, nada” dice el chico. Sin embargo Farías, doblándose sobre sí mismo y redoblando el esfuerzo de ponerse de pie, convence a su compañero de ir por las tan mentadas peras.
Liliana Heker precede el cuento con una curiosa frase de Thomas Mann, “Lo único que yo quería era ponerme de acuerdo contigo, amigo querido, acerca de que el reloj de arena está en su lugar, y esa arena ha comenzado a correr”. Y así corren los relatos en esta colección convenientemente ordenada, como los granos de arena que inexorables marcarán un comienzo y un final. Los cuentos no llevan un orden cronológico, y figuran desde el primero, que escribiera en 1960 –Los juegos– hasta el más reciente –Giro en el aire-, terminado al cierre de la edición del libro, en mayo de 2016. Están agrupados, al decir de la autora, “por ciertas recurrencias o roces tangenciales”, construyendo con ellos una nueva y transitoria totalidad.
Liliana Heker pertenece a la constelación literaria en la que destellan Abelardo Castillo -recientemente desaparecido-, junto a quien fundó y fue responsable de dos revistas literarias históricas: El escarabajo de oro y El ornitorrinco; y Samanta Schweblin, formada en los talleres literarios que L.H. coordina desde 1978, y que hoy ocupa honrosamente el lugar de una de las escritoras contemporáneas más celebradas internacionalmente. Es Samanta Schweblin quien prologa esta colección imperdible, con profunda admiración hacia Heker como una figura fundamental para la literatura argentina.
En Cuentos reunidos están presentes todos los territorios explorados al dedillo por Heker: la infancia, la familia, el coraje de andar un camino propio, y una memoria que organiza los recuerdos a la manera de una novela en la que la convicción de estar viva se encarga de alzar los laureles. Silvia Bonetti
Cuentos reunidos
Liliana Heker
Alfaguara
504 páginas
Liliana Heker (Buenos aires, 1943) es una cuentista, novelista y ensayista argentina. Su vocación literaria despertó desde muy joven. A los 17 años le hace llegar a Abelardo Castillo unos poemas, a lo que este responde: «El poema es pésimo, pero por la carta se nota que sos una escritora». Ha mencionado que entre sus autores preferidos se encuentran: Guy de Maupassant, Antón Chéjov, J. D. Salinger, John Cheever, Flannery O’Connor, William Saroyan y Dino Buzzati, y entre los cuentos que más recuerda menciona los siguientes: Los exiliados de Poker Flat, de Francis Bret Harte, Un día perfecto para el pez banana de J.D. Salinger, Matar a un niño de Stig Dagerman y La vida secreta de Walter Mitty de James Thurber.
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