Sobre el amor y sus pormenores se ha escrito y cantado mucho. Muchas historias románticas que llegan al plano de lo artístico tienen finales poco gratos. Otras nos cuentan de procesos y de cómo, después de todo, el amor vence. De eso último habla la pianista germano-japonesa Kimiko Ishizaka en su álbum You Were My Compass (“Tú fuiste mi brújula”), con canciones compuestas por ella misma mientras sobrellevaba una separación que, afortunadamente, no fue definitiva. El proyecto aún está en proceso y muestra la transformación musical de Kimiko después de grabar las Variaciones Goldberg y El arte de la fuga, y de lanzar su álbum New Me!. Para el nuevo álbum, Kimiko Ishizaka y su esposo, Robert Douglass, realizaron una búsqueda de la voz ideal para plasmar todo el sentimiento que Kimiko puso en sus partituras. Pese al Covid y a la distancia entre Europa y el Nuevo Mundo, hallaron esa voz en el Midwest estadounidense: Christina Jones, joven cantante que estudia en el Boston Conservatory, Berklee, y que a los 18 años audicionó para American Idol.
Según Kimiko, es la nueva Whitney Houston o Aretha Franklin. El Día de los Enamorados salió el primer tema, What Love Means To Me. El álbum completo saldrá para junio de este año. En total son ocho temas, con influencias de jazz y blues, en donde Kimiko Ishizaka abre su corazón y comparte su sentir durante el tiempo de separación de su esposo. Conversamos con Christina Jones:
¿Cómo surgió la idea del proyecto junto con Kimiko Ishizaka?
Nos conocimos gracias a Facebook. Ellos (Kimiko y Robert) vieron algo que yo había hecho a través de mi escuela. Y me pidieron que fuera parte del demo de la primera canción del álbum. Finalmente me pidieron que cantara el álbum completo.
Podría decirse que la pandemia en cierto modo ha sido beneficiosa, tanto para tu carrera como para el proyecto de Kimiko Ishizaka y Robert Douglass.
Claro. Por momentos fue un desafío debido a las restricciones en los distintos países con Covid. Incluso conversábamos sobre cómo grabar el álbum antes de empezar a hacerlo. Fue un proceso largo, pero para mí muy provechoso. Conocí gente maravillosa, pude viajar, y me divertí mucho con tan solo grabar el álbum y hacer mi propio intento con las canciones de Kimiko, dando vida a su historia.
La historia de amor que Kimiko Ishizaka cuenta en sus temas es conmovedora y muy personal. ¿Te es posible hacer propia esa historia?
Puedo saber hasta cierto punto todo el dolor que se siente cuando alguien no desea vivir una vida contigo. En mi caso, siendo tan joven, sin haberme casado ni haberme enamorado de veras… hay tantas cosas con las que me puedo identificar, pero todo lo que ella sufrió por amor es, creo yo, algo universal.
Hace poco dijiste: “La música es un reemplazo de aquello que no podemos expresar con palabras”. ¿Se relaciona con lo que dijiste recién?
Sí, por supuesto. Muchos se expresan muy bien con palabras, pero en mi caso es muy difícil expresar totalmente lo que uno siente por otro, y sobre todo, qué es lo que nos pasa por la cabeza. Es difícil de contextualizar: creo que la música es una de las maneras más bellas en que podemos hacerlo y dar todo de manera tangible, algo que podemos recibir en una manera más bien holística y con sentido.
¿Qué emociones creés que generás cuando te escuchan cantar?
Pienso que no quisiera que las personas vivan con una sensación de desesperanza. Es más bien una victoria el hecho de que esta historia en particular pueda contarse desde el lugar de “He vencido”. Nos adelanta la atmósfera del álbum: sobre todo consiste en canciones tristes. Pero hay algo de esperanza que viene con todo eso. A pesar de las zonas grises, de las partes más sombrías y terribles del álbum, yo querría que se queden con un rayo de esperanza, más que con la tristeza.
Una de las ventajas de esta época es la posibilidad de acceder a lugares remotos: vos en el Midwest estadounidense, yo en Buenos Aires. Sos una mujer muy joven, Christina Jones, y has crecido en la era de las redes sociales. ¿Son fundamentales para que los artistas puedan promocionarse, o puedan prescindir de estas?
Sería muy difícil hoy sin redes sociales. Estamos en medio de una pandemia y todo es en línea. Pero no estoy tan de acuerdo con que hay que encajar en el molde de una cierta imagen. Para mí está bien si los artistas no hacen publicaciones perfectas, del tipo “¡Hola! Estoy grabando en el estudio. ¡Mírenme!” A mí me gusta cuando dejan ver su costado imperfecto. Me gusta conocer más personalmente a los artistas. Uno puede usar las no solo para promocionar su música, sino también para mostrarle al mundo quién es uno.
¿Te considerás una influencer?
(Ríe) ¡No, para nada! Solo soy Christina Jones, una chica a la que le encantan la música, los musicales, el voice-over y cualquier cosa que tenga que ver con el arte. Solamente me considero una artista, al fin de cuentas. Las cosas que me apasionan son importantes, pero no son la totalidad de lo que soy.
He leído que tenés sinestesia. ¿Cómo podés describir eso a quien no sabe qué es?
La sinestesia es, básicamente, cuando dos de nuestros sentidos se entrecruzan o funcionan en conjunto. Hay distintos tipos de sinestesia. Algunas personas asocian números con colores; otras, letras con personalidad; algunas otras hasta huelen los sonidos. En mi caso, cada nota musical, cada tonalidad, cada canción tiene un color específico. Y es igual cada vez; así es como me doy cuenta de que tengo sinestesia, pues siempre es igual. Es como que cada vez que escucho una canción, digo (chasquea los dedos): “Es tal color”.
Además de Ella Fitzgerald, ¿quiénes son tus influencias musicales?
(Ríe) ¡Ella es solo una! Me gustan los artistas que rompen esquemas y que son versátiles en su arte. Dos de mis máximas influencias son Janelle Monae y Lizzo, pues son únicas. No creo que exista una manera tan exacta de catalogar lo que hacen. No son solamente cantantes. Lizzo es activista, creo que es también actriz, toca la flauta; hace todas estas cosas. Lo mismo Janelle Monae: incluso compone su propia música. Creo que ayudan a aliviar la tensión de tener que pensar qué es lo que quiero hacer exactamente, sobre todo cuando termine mis estudios, o qué dirección debo seguir, pues sé que no debo limitarme a hacer una sola cosa.
¿Y cómo ves a Christina Jones de acá a diez años, por ejemplo?
Me veo trabajando en televisión y en cine, pues me encantaría ser actriz. También me veo haciendo voice over: mis objetivos son Cartoon Network o Adult Swim. Mi sueño más grande es trabajar para uno o para ambos. Me veo en el escenario, haciendo el papel protagónico de una nueva y apasionante obra de teatro totalmente revolucionaria y que nunca se haya representado antes. Así me veo. Me veo ganando Tonys, Oscars, Emmys… Mi mayor pasión hoy es el canto, pero quisiera incorporar actuación, que es lo que se hace en teatro musical.
¿Alguna vez se te ocurrió incursionar en el canto lírico?
Lo consideré en el pasado. Sería interesante, pero no está precisamente en mis planes.
¿Qué les aconsejarías a los candidatos a cantantes?
Primero, que no es necesario tener todo planificado en este momento. Si uno aspira a ser cantante, el camino a seguir no es angosto, sino largo y sinuoso, con bifurcaciones. No hay problema si el lugar al que llegamos no es como lo habíamos imaginado. Si aún está en línea con nuestro sueño, e incluso si hemos llegado ahí pero no de la manera en que lo habíamos pensado, de todos modos está muy bien que hayamos llegado ahí. Segundo, hay que proteger nuestro sueño a cualquier costo. Si queremos ser cantantes, seamos cantantes: habrá que invertir en equipos, en viajes, conseguir contactos, y sobre todo, no permitir que otros cambien nuestro sueño en aquello que ellos creen que uno debe hacer. Tercero, recuerden que no importa en qué punto están en el proceso de llegar a ser cantantes, o lo que fuere. No deben apresurarse a ser lo que quieren ser, aun si deben cantar solos… no hay apuro: llegarán cuando sea el momento adecuado. Solo deben tener confianza en el proceso.
¿Entonces, a tu modo de ver, no hay problema con ser un late bloomer?
¡Para nada! Una vez vi una entrevista que le hicieron a Tom Kenny, quien contó cómo había llegado a ser la voz detrás de Bob Esponja, y dijo que había intentado ser un actor de voice-over desde que estaba en la secundaria. Pero recién le llegó la oportunidad a los treinta años. No hay de qué avergonzarse, no hay que apresurarse. Llegarás allí a su debido tiempo.