CAPELLA PEREGRINA, viento del mundo

Una entrevista con Gustavo Twardy y el lanzamiento del primer CD del grupo

«Hay maneras de escuchar, hay una escucha del cuerpo…» dice Gustavo Twardy, compositor, fundador y director del ensamble instrumental Capella Peregrina, mientras sopla Viento del mundo. Y si hay maneras alternativas de escuchar, seguro ha de haber también maneras diversas de expresar a través de los sonidos y de la música.

La página web de la agrupación se detiene en la etimología de la palabra peregrina, señalando lo que sigue: per (preposición): a través; y aegrn: campo cultivado. Luego se explaya en un posible sentido: atravesar un campo cultivado, camino y transformación. En cuanto al término capella, en la mística se designa así el templo, la rosa en la cábala, el corazón. En la capilla era además donde antiguamente se reunían los músicos. Ambos términos refieren así a lo espiritual y a lo musical, enlazados en un mismo camino a seguir.

Desde el momento de su creación, hace ya casi una década, este grupo ha transitado diversos repertorios y formaciones. La constante ha sido siempre la realización de una búsqueda artística en comunidad, explorando lenguajes musicales diversos y rumbos no convencionales. Esto explica la inclusión en el orgánico del grupo de instrumentos tales como el didgeridoo, cuencos de cuarzo, el derbake y otros, así como los intentos de articular lo musical con la danza contemporánea y las artes plásticas.

Con motivo del lanzamiento de Viento del mundo, el primer disco del grupo, conversamos con Gustavo Twardy:

¿Cómo surge el proyecto de Capella Peregrina?
Fundé Capella Peregrina en 2011 como orquesta de cámara, y a partir de 2014 se estableció como un ensamble con músicos estables. Está formado en principio por un quinteto de cuerdas, flauta y piano, al que más tarde se sumarían un saxofón y percusión en la formación final. Nuestra búsqueda artística fue orientándose hacia obras contemporáneas, en un camino musical animado por el espíritu y en busca de un espíritu para compartir, enlazándose espontáneamente con aquellos lenguajes artísticos que participan de la misma orientación, por diversos que sean. En esta búsqueda artística decidimos incluir también instrumentos no convencionales: cuencos de cuarzo, derbake, hang-drum, pirámide de cristal, entre otros, para los cuales he compuesto obras que integran nuestro repertorio. El resultado de esta original propuesta nos dio impulso para realizar una gira por Nueva York y Washington en 2018, y en 2019 hemos concretado la grabación de nuestro disco, Viento del mundo, que fue finalmente lanzado en mayo de este año.

Es evidente la diversidad de influencias musicales que aparecen en el disco. Es lógico que parte de esta diversidad se relaciona con la variedad tímbrica e instrumental que mencionás. Pero ¿cuáles son tus influencias musicales más marcadas, las que reconocés como propias?
Son variadas. Entre los compositores actuales esenciales no puedo dejar de nombrar a Tõnu Kõrvits, un compositor estonio que maneja con gran libertad y expresividad recursos musicales con un lirismo muy propio. O a Pēteris Vasks, con una marcada espiritualidad muy actual en su música. También están los compositores minimalistas, en especial a quien resulta para mí todo un faro incandescente: Arvo Pärt. Todos son compositores muy libres a la hora de buscar su expresividad, y todos tienen una gran comunicación artística. En Viento del mundo, en la diversidad de recursos instrumentales y tímbricos que utilizamos, resuenan ecos musicales que abarcan desde Medio Oriente y Asia Oriental hasta un infaltable homenaje a Piazzolla. Esto sucede en Viento del mundo, que es precisamente el título que engloba en este disco la idea de una diversidad unificada. Algo que sin imaginarlo previamente viene a expresar un sentido de universalidad tan actual. Un sentido que forzosa y dolorosamente experimentamos con este virus pandémico, que de algún modo demuestra que al fin y al cabo todos somos un solo organismo.

¿Qué opinión tenés del estado actual de la música en Latinoamérica y en la Argentina, en cuanto a la creación e interpretación de nuevas obras?
En principio no me atrevo a definir la situación en Latinoamérica, ya que no estoy tan al corriente, pero sí noto que hay festivales, series de conciertos y becas de estudio o residencias dedicados especialmente a la música contemporánea. Pero creo que sucede algo parecido a lo que vemos en Argentina, donde la música académica contemporánea no logra del todo romper el cerco del circuito en el cual se desenvuelve, para integrarse a programaciones con otros autores no contemporáneos. Esto equivale a decir también que se establece una distancia respecto de un público general, salvo en alguna rara excepción. Es algo que noto como muy diferente al caso de Estonia, por ejemplo: ese pequeño país, que es la patria de Arvo Pärt, tiene una vida musical asombrosa. Allí los compositores jóvenes abundan y la escucha de nuevas obras y su programación se da con mucha naturalidad y de manera espontánea. La vida musical se enlaza allí con los compositores actuales. Por eso lo elegí, gracias a la beca del Fondo Nacional de las Artes, como país para realizar una residencia junto al compositor Tõnu Kõrvits. Creo que es esencial, para la música argentina, establecer cuanto antes un diálogo más profundo con los compositores de nuestro país.

Videoarte - Om Namah Shivaya, de Gustavo Twardy. Capella Peregrina.

Capella Peregrina:
Violín 1: Darío Zappia
Violín 2: Mercerdes Palomar
Viola: Lorena Paiva
Violoncello: Florencia Genera
Contrabajo: Matías Ursino
Flauta travesera: Soledad Hermo
Saxofón: Mariano Migliora
Percusión: Margarita Rodríguez Planes
Dirección musical / Piano: Gustavo Twardy
Sitio web de Capella Peregrina
Viento del mundo en YouTube

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