Sinfonía de los mil – Dir. Orq. Estable del Teatro Colón: Enrique Arturo Diemecke – Dir. Coro Estable del Teatro Colón: Migel Martínez – Dir. Coro de Niños del Teatro Colón: César Bustamante – Dir. Coro Polifónico Nacional: Darío Marchese – Solistas: Jaquelina Livieri, Daniela Tabernig, Paula Almerares (sopranos); Guadalupe Barrientos, Alejandra Malvino (contraltos); Enrique Folger (tenor); Alejandro Meerapfel (barítono); Fernando Radó (bajo)
Con un excelente rapport con la audiencia (como es habitual), el maestro Enrique Arturo Diemecke abrió el concierto que mantendría embelesados a todos los presentes de principio a fin. Diemecke, enérgico y vivaz, transmitió en todo momento su sapiencia sobre Gustav Mahler y esta bellísima Sinfonía de los Mil, aunque se encargó de aclarar al más desprevenido -haciendo gala de su fino sentido del humor- que no se tomara la molestia de verificar que efectivamente hubiera mil artistas sobre el escenario, ya que estos no superaban las cinco centenas.
Gustav Mahler (1860-1911), según se cuenta, nunca aprobó el nombre por la que se conoce mundialmente a su Sinfonía No. 8 en mi bemol mayor. Tampoco le dio a su obra la estructura típica de cualquier sinfonía: en vez de movimientos, consta de dos partes. La primera se basa en un himno medioeval, Veni Creator Spiritu, y la segunda, en el tramo final del Fausto de Goethe.
Más allá de lo anecdótico, esta octava maravilla amalgama orquesta y voces en un despliegue emotivo, no sólo en lo musical sino en lo escénico. Despliegue que, en el escenario de nuestro primer coliseo, fue más que imponente. A esto hay que añadirle que, desde el palco opuesto al escenario brillaron, literal y metafóricamente, un conjunto de bronces y -hacia el final de la segunda parte- una magnífica Paula Almerares poniéndole voz a la Máter Gloriosa. Desde el escenario, las otras solistas femeninas, Jacquelina Livieri, Daniela Tabernig y Alejandra Malvino, se lucieron enormemente sin excepción y en todo momento. Es de resaltar el desempeño de Guadalupe Barrientos y su singular fuerza interpretativa.
Sin desmedro de la labor de los solistas masculinos ni de los coros y orquesta, acaso la notable preponderancia femenina en cuanto a lo vocal y lo emotivo haya sido adrede ya que -como bien dijo Diemecke- la obra está íntimamente relacionada con la redención gracias a la eterna feminidad y al amor de madre, aquel al que todo mortal puede regresar para obtener el perdón. Como corolario de esta función grandiosa, sonó largo y merecido el aplauso del público. Viviana Aubele
Fue el 23 de noviembre de 2016
Teatro Colón
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