Las bodas de Fígaro – Intérpretes: Erwin Schrott, Serena Malfi, Mathias Hausmann, Julia Novikova, Maija Kovalevska, Oriana Favaro, Guadalupe Barrientos, Luis Gaeta, Sergio Spina – Música: W. A. Mozart – Dirección musical: Roberto Paternostro – Régie: Davide Livermore, Alfonso Antoniazzi
Plena de cavalletas, arias, duetos, sextetos y brillantes coros, Las bodas de Fígaro es una de las óperas más difundidas y escuchadas de Wolfgang Amadeus Mozart. Con un estilo de música radiante, se goza con la historia, una típica comedia de enredos, básica en el relato pero sorprendente en sus picardías.
Un variado grupo de cantantes locales y extranjeros logró su cometido en forma pareja, encabezados por el barítono uruguayo Erwin Schrott en el papel principal. El Fígaro de esta representación generó su papel con potente y prístina emisión, particularmente en deleitables bajos, dotando al personaje de gran apostura. Su voz se escuchó clara y precisa en cada rincón de la sala.
Sin desdeñar al bien preparado elenco, el otro papel destacable fue el del paje Cherubino, encarnado por la encantadora mezzosoprano italiana Serena Malfi, quien ya había pisado este escenario haciendo La Cenerentola, y cuya voz y actuación fueron deleitables. Tampoco era la primera vez para Mathias Hausmann que volvió a destacarse en el papel de un conde -ya había personificado con excelencia al Danilo de La viuda alegre– ni para el notable Roberto Paternostro que había dirigido musicalmente el discutido Colon Ring con exquisita maestría.
Julia Novikova y Maija Kovalevska generaron muy bien sus personajes -Susanna y la Condesa respectivamente- junto a Oriana Favaro, Guadalupe Barrientos, Luis Gaeta, Sergio Spina y los otros integrantes locales, así como el Coro y la Orquesta Estables.
La puesta en escena que crearon Davide Livermore y Alfonso Antoniazzi es llamativa en el inicio, aunque el mismo esquema escenográfico para los cuatro actos -sólo variado con electrónicas proyecciones en los cuadros que súbitamente devienen ventanales- aburre un poco. Por momentos se torna algo camarística, si no fuera por la impronta histriónica generada por el elenco todo, particularmente cuando se suma la participación coral, con su vestimenta integrada a la representación, magníficamente lograda desde los balcones superiores con sus balaustradas barandas. Martin Wullich
Fue el 13 de agosto de 2013
Teatro Colón
Libertad 651 – Cap.
(011) 4378-7100
www.teatrocolon.org.ar
Pingback: IL TURCO IN ITALIA, despliegue estético y musical - Martin Wullich
Pingback: I DUE FIGARO, acertada elección - Martin Wullich