El comentario sobre este libro no debería ser demasiado extenso. No porque La guerra no merezca un tratamiento amplio, ni mucho menos. Pero sí para hacerle justicia y honor a un estilo, el del relato breve, brevísimo, diríase mínimo, por el cual Ana María Shua ha sido unánime y especialmente reconocida. Seis de sus libros ya editados abordan este formato.
La Convención de La Haya, de 1899, definió y prohibió acciones de guerra consideradas como crímenes. Sus términos siguen vigentes y han sido actualizados pero aun así no podemos exigir que nuestros enemigos estén dispuestos a refrendarla. Se reirían de ella si tuvieran algún sentido del humor, si al menos tuvieran boca.
Ciertamente, el microrrelato, que es el nombre que se le suele dar a esta especie, es un género contemporáneo que se ajusta a la estética de los tiempos que corren, caracterizados por la brevedad y la síntesis, acaso también por la fugacidad, y en algunos casos también por la superficialidad. No es este último el caso de Shua, quien en textos muy concentrados, de escasas líneas, aborda sin temor las profundidades propias de un tema tan oscuro como es la guerra, y por ende también la violencia y la muerte. Como alguna vez expresó Jorge Luis Borges, lo trágico de las guerras no es morir, que al fin y al cabo ese es el destino de todos los hombres, sino el verse obligados a matar.
En el Capítulo VI de El arte de la guerra (“Sobre lo lleno y lo vacío”), nos dice Sun Tzu: una vez que no tienes forma perceptible y no dejas huellas que puedan ser seguidas, los informantes no encuentran ninguna grieta por donde mirar y los que están a cargo de la planificación no pueden establecer ningún plan realizable. El precio es alto: la desaparición total. Pero es también la más eficaz de las estrategias. Imposible vencer a quien no existe.
Rompiendo con la lógica habitual del microrrelato, los textos de Ana María Shua no se limitan a buscar el impacto sobre el lector en el efectismo propio de la sorpresa argumental puesta en el giro de último momento. Por el contrario, la autora busca generar con sus palabras reflexiones amplias y sentidos profundos vinculados al tema central que ha elegido, a través de una redacción simple pero jamás simplista. El arte de la guerra, Guerreros, Armas y Estrategias, son los respectivos títulos de los cuatro bloques en los cuales se dividen los más de 130 textos. Cada uno de ellos es un fugaz buceo por los secretos de esa violencia a gran escala que los seres humanos se infligen unos a otros a lo largo de la historia, y que no parece tener fin. Germán A. Serain
La guerra
Ana María Shua
Emecé, 2019
164 páginas
Ana María Shua nació en Buenos Aires en 1951. A los dieciséis años publicó sus primeros poemas reunidos en El sol y yo. En 1980 ganó con su novela Soy paciente el premio de la editorial Losada. Sus otras novelas son Los amores de Laurita (llevada al cine), El libro de los recuerdos (Beca Guggenheim), La muerte como efecto secundario (Premio Club de los XIII y Premio Ciudad de Buenos Aires en novela) y El peso de la tentación. Su última novela es Hija. Cinco de sus libros abordan el microrrelato, género en el que ha obtenido el máximo reconocimiento internacional: La sueñera, Casa de geishas, Botánica del caos, Temporada de fantasmas y Fenómenos de circo, reunidos en este volumen. También ha escrito libros de cuentos: Los días de pesca, Viajando se conoce gente y Como una buena madre.
Ana María Shua en Wikipedia
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