“En medio del caos, ¿cómo encuentras paz?” Esa era la pregunta encerrada en el sobre que acompañaba el programa de mano. “Un mensaje de Joyce Didonato para vos”, decía el sobre por fuera. Adentro, además de esta pregunta -que esperaba respuesta en una urna colocada a la salida del Teatro Colón-, una tarjeta explicaba que durante siglos los creadores han representado tanto las atrocidades como las expresiones más elevadas de nuestra naturaleza humana. In War & Peace: Harmony through Music plantea precisamente mostrar el contraste y al mismo tiempo la cohesión entre estas dos dimensiones.
Ya desde el inicio quedaba claro que no se trataría de un recital más. Al entrar a la sala, sobre el escenario, además de los atriles dispuestos delante de un fondo negro, destacaba el cuerpo semidesnudo de un muchacho tendido en el suelo –Manuel Palazzo-, quien más tarde acompañaría la música con una danza tan sutil como las obras propuestas. Un poco más atrás, como si fuese una figurante, la protagonista de la noche, Joyce DiDonato, esperaba paciente e inmóvil que la gente se acomodase en sus asientos. Una vez comenzado el concierto, la cantante pasaría al frente y nos maravillaría con su emisión clarísima, potente pero carente de cualquier clase de exabrupto.
Decir que la mezzosoprano oriunda de Kansas fue la protagonista de la noche es justo, pero no debe llevarnos a dejar de lado a los integrantes de Il pomo d’oro, magnífico ensamble instrumental, dirigido por el joven Maxim Emelyanychev, que interpretó con una belleza absoluta piezas de Händel, Purcell, Gesualdo, Leonardo Leo y Emilio Cavalieri, además del precioso Da pacem, Domine de Arvo Pärt que, más allá de la cronología -compuesta en 2004- amalgamó a la perfección con el resto de las obras. El equilibrio entre la voz de Didonato y el ensamble instrumental no tuvo fisuras.
El delicado trabajo escénico, sumado al juego de iluminación y proyecciones, también sutil pero por demás efectivo, dejó ver que este espectáculo fue pensado cuidadosamente hasta el menor detalle. Y se notó que para todos representaba algo más que mera música. Algo que la cantante se ocuparía de destacar cuando, después de los aplausos, habló extensamente con el público para explicar el sentido de cuanto había sido visto y escuchado.
Tres momentos inolvidables: el increíble Lascia ch’io pianga con el que terminó la primera parte de la presentación; la participación solista en flauta sopranino de la también violinista Anna Fusek durante el aria Augelletti, che cantate de la ópera Rinaldo de Händel; y el silencio suspenso que siguió a la interpretación, ya en los bises, de Morgen, de Richard Strauss. El silencio es en ocasiones absolutamente mágico, y sin duda lo fue en estos tres casos.
A message for you, Joyce: Este comentarista se llevó la tarjeta con la pregunta del inicio a casa. Como un souvenir. Pero aquí está mi respuesta a tu pregunta: en medio del caos, solamente el amor y el arte pueden redimirnos. Y yo salí del Teatro Colón redimido por un rato gracias a la belleza de la música, y ese arte tan sutil. Ojalá lo mismo haya sucedido con todos los presentes. Germán A. Serain
Fue el 28 de octubre de 2019
Teatro Colón
Libertad 621 – Cap.
(011) 4378-7100
mozarteumargentino.org
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