Dos presentaciones de la Orquesta de Cámara de Viena, dirigida por el además pianista Stefan Vladar, sirvieron como broche de oro para cerrar la temporada 2018 del Mozarteum Argentino. Ambas fechas tuvieron como obra en común el Concierto para piano N°12 en La mayor de Wolfgang Amadeus Mozart, un trabajo que, si bien es todavía temprano (1782), marca la partida del compositor de su Salzburgo natal, y su radicación definitiva en Viena, por entonces la capital europea de la música, que parecía abrirle sus puertas con entusiasmo.
Mozart, recién casado con Constanza Weber, era reconocido como uno de los músicos más notables de su tiempo, y el piano como instrumento tendía a ganar adeptos más que cualquier otro. Para hacerle frente a los gastos que le imponía su doble nueva condición de hombre casado e independiente de cualquier patrón, además de prestarse a dar clases y a componer obras por encargo, Mozart -por entonces de veintiséis años de edad- decidió organizar conciertos por suscripción, contratando él mismo los músicos que lo acompañarían.
Los primeros conciertos para piano que compuso en Viena, los números 11, 12 y 13, tuvieron como objetivo ser presentados en ese marco. Cuidadosamente pensados para generar un efecto específico en el púbico vienés, Mozart escribe en la correspondencia a su padre: “Estos conciertos son un feliz punto medio entre lo demasiado fácil y lo demasiado difícil. Son muy brillantes, agradables al oído y naturales, sin por ello ser insulsos. Hay pasajes aquí y allá de los que solamente los conocedores podrán obtener satisfacción; pero estos pasajes están escritos de tal manera que los menos formados no podrán dejar de sentirse satisfechos, incluso cuando no lleguen a saber por qué”.
El primero de los dos programas de la Orquesta de Cámara de Viena -que tuvimos ocasión de presenciar- se inició con el Concierto para cuerdas en Re mayor de Igor Stravinsky, una obra compuesta en 1946, que sin embargo abreva -a la manera de una deconstrucción- en el lenguaje propio del clasicismo. Luego, la segunda parte estuvo integrada por un trabajo del estonio Arvo Pärt (Silouan´s Song), la Suite de los tiempos de Holberg de Edvard Grieg, y en medio de ambas otra obra de Mozart: el Divertimento en Re mayor KV. 136.
Si la intención fue mostrar cómo el espíritu mozartiano, ya en su forma o en su expresividad, pervivió en desarrollos musicales muy posteriores al clasicismo, la misión quedó cumplida. Por lo demás, tanto la orquesta como su director se desempeñaron con todo el lucimiento que cabía esperar, dados los quilates de los intérpretes.
Mientras disfrutábamos del concierto, no pudimos evitar imaginar que acaso, viaje imaginario hacia el pasado mediante, 236 años atrás en la ciudad de Viena el tatarabuelo de alguno de los músicos que estábamos escuchando tocar en la sala del Teatro Colón de Buenos Aires, quizás pudo haber estado presente en el estreno del precioso Concierto de Mozart que habíamos estado escuchando.
Fue un cierre magnífico de la temporada del Mozarteum Argentino que, en un gesto mucho más breve hacia el futuro, ya anunció lo que vendrá para 2019. Entre lo más destacado: la Orquesta Barroca de Venecia, las Sinfónicas de Beijing y Montreal, esta última bajo la dirección de Kent Nagano, la Filarmónica de Luxemburgo, la Orquesta de Cámara del Lincoln Center, y la talentosa y ocurrente mezzo Joyce Didonato con el ensamble Il Pomo d’Oro. Como para ir agendando. Germán A. Serain
Fue el 12 de noviembre de 2018
Teatro Colón
Libertad 621 – Cap.
(011) 4378-7100
mozarteumargentino.org
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