Cada 11 de mayo se celebra en Argentina el día del Himno Nacional Argentino, por haber sido en esa fecha de 1813, cuando una asamblea sancionó que fuese considerado como tal una marcha o canción patriótica con letra de Vicente López y Planes y música del español Blas Parera.
Aunque la historia que se suele contar en las escuelas no se detenga en ello, la creación de esta canción no tuvo lugar de un día para el otro. El primer antecedente conocido nos lleva al 15 de noviembre de 1810, cuando La Gazeta de Buenos Ayres publica unos versos anónimos, cuyas primeras estrofas rezan: La América toda / se conmueve al fin, / y a sus caros hijos / convoca a la lid. / A la lid tremenda / que va a destruir / a cuantos tiranos / la osan oprimir.
Esta canción se cantó el 24 de noviembre de 1810, durante el festejo por el triunfo de la batalla de Suipacha, y luego varias veces más en reuniones de la Sociedad Patriótica. Se atribuye la letra a un vecino llamado Esteban de Luca, pianista y poeta aficionado, y algunos historiadores suponen que la música debió ser compuesta por Blas Parera, quien era muy amigo de la familia De Luca.
Meses más tarde, durante las celebraciones del día patrio de 1812, hubo otra canción patriótica que fue entonada en el Cabildo de Buenos Aires el 26 de mayo de 1812, con textos de Saturnino de la Rosa y nuevamente música de Blas Parera. Simultáneamente, el 24 de mayo de 1812, una pieza teatral titulada El 25 de mayo, de Luis Ambrosio Morante, era representada en la Casa de Comedia. El final de esta obra presentaba un encendido himno patriótico, una vez más con música de Blas Parera.
La leyenda asegura que aquel día entre los espectadores se encontraba Vicente López y Planes, quien habría escrito esa misma noche la primera estrofa de los textos que reemplazarían los de Morante. Los documentos de la época indican que el 22 de julio de 1812 el Triunvirato envía al Cabildo un oficio recomendando que se encargue “una composición sencilla, pero majestuosa e imponente” para entonar en los encuentros públicos. Esta marcha patriótica también debería ser cantada en forma diaria en las escuelas y en la Plaza de la Victoria una vez por semana.
El Regidor Manuel José García le encargó el texto a Fray Cayetano Rodríguez, poeta y periodista. El 4 de agosto el Cabildo aprueba la letra y le encomienda la música a Blas Parera, quien a pesar de su condición de español parece ser la mejor opción disponible a criterio de los cabildantes.
Este Himno Patriótico, aprobado en letra y música por el Cabildo de Buenos Aires, fue estrenado el 1º de noviembre de 1812, tras lo cual comenzó a cantarse según las indicaciones del Triunvirato, aunque al poco tiempo los escolares lo terminan cantando sólo una vez por mes o en días festivos. Sus primeras estrofas decían así: Salve, patria dichosa / oh, dulce patria, salve / y por siglos eternos / se cuenten tus edades. / Libre e independiente / de tiranos rivales / al templo de la gloria / te diriges constante. / ¡Qué bellos son tus pasos! / Te los envidia Marte.
La obra no logró despertar el fervor de la gente y apenas unos meses después, el 6 de marzo de 1813, la Asamblea General Constituyente solicita una vez más la creación de un himno que, de manera heroica, resuma los ideales de la Revolución de Mayo. Así fue como los asambleístas Fray Cayetano Rodríguez y Vicente López y Planes se dispusieron a preparar, cada uno por su lado, un nuevo texto.
El 11 de mayo de 1813 López y Planes da a conocer su obra y obtiene la aprobación unánime de la asamblea, incluido Fray Cayetano, quien decide retirar su propia letra alternativa.
Oíd mortales el grito sagrado: / Libertad, libertad, libertad. / Oíd el ruido de rotas cadenas, / ved el trono a la noble igualdad. / Se levanta en la faz de la tierra / una nueva, gloriosa nación, / coronada su sien de laureles / y a sus plantas rendido un león.
Sean eternos los laureles / que supimos conseguir /
coronados de gloria vivamos / o juremos con gloria morir.
De los nuevos campeones los rostros / Marte mismo parece animar, / la grandeza se anima en sus pechos, / a su marcha todo hacen temblar. / Se conmueven del Inca las tumbas / y en sus huecos revive el ardor, / lo que va renovando a sus hijos / de la Patria el antiguo esplendor.
Pero muros y sierras se sienten / retumbar con horrible fragor. / Todo el país se conturba por gritos / de venganza, de guerra y furor. / En los fieros tiranos la envidia / escupió su pestífera hiel, / su estandarte sangriento levantan / provocando a la lid más cruel.
¿No los veis sobre México y Quito / arrojarse con saña tenaz? / ¿Y cual lloran bañados en sangre / Potosí, Cochabamba y La Paz? / ¿No los veis sobre el triste Caracas, / luto y llantos, y muerte esparcir? / ¿No los veis devorando cual fieras / todo pueblo que logran rendir?
A vosotros se atreve argentinos / el orgullo del vil invasor. / Vuestros campos ya pisa cantando / tantas glorias hollar vencedor. / Mas los bravos, que unidos juraron / su feliz libertad sostener, / a estos tigres sedientos de sangre / fuertes pechos sabrán oponer.
El valiente argentino a las armas / corre ardiendo con brío y valor. / El clarín de la guerra, cual trueno / en los campos del sud resonó. / Buenos Aires se opone a la frente / de los pueblos de la ínclita unión, / y con brazos robustos desgarran / al ibérico altivo león.
San José, San Lorenzo, Suipacha, / ambas Piedras, Salta y Tucumán, / la colonia y las mismas murallas / del tirano en la banda oriental. / Son letreros eternos que dicen: / Aquí el brazo argentino triunfó, / aquí el fiero opresor de la Patria / su cerviz orgullosa dobló.
La victoria al guerrero argentino / con sus alas brillantes cubrió / y azorado a su vista el tirano / con infamia a la fuga se dio. / Sus banderas, sus armas se rinden / por trofeos a la libertad, / y sobre alas de gloria alza el pueblo / trono digno a su gran majestad.
Desde un polo hasta el otro resuena / de la fama el sonoro clarín, / y de América el nombre enseñado / les repite, mortales oíd: /Ya su trono dignísimo abrieron / las provincias unidas del Sud. / Y los libres del mundo responden: / Al gran pueblo argentino salud.
A pesar de ser Blas Parera español, el Cabildo vuelve a confiarle la composición de la música. Al parecer Parera fue el primer director de orquesta del primer teatro que hubo en Buenos Aires. Probablemente era la máxima figura musical de la Argentina en aquella época, incluso cuando esto no esté reñido con la opinión de otros historiadores que lo describen como un modesto profesor de música que se ganaba la vida dando clases de piano y canto en las casas ricas del poblado. Alguna vez Alberto Williams señaló que Blas Parera no era un compositor avezado, sino más bien un autor ocasional. Pero probablemente era también la única opción disponible.
Esta hipótesis se ve sustentada por un dato histórico: después de que Parera hubo aceptado una vez más el encargo, se habría negado a cumplir con el mismo, dado que encontró que esta vez los textos eran ofensivos contra España. La reacción de los patriotas no fue buscar a otro compositor, sino que Parera fue detenido y obligado a componer bajo amenaza de fusilamiento. El músico copió entonces la música que había compuesto para la obra de teatro de Morante un año antes, tras lo cual fue liberado. Poco después abandonaría el país. Vivió algunos años en Río de Janeiro y finalmente regresó a España, donde murió.
En cuanto al lugar donde el Himno Nacional Argentino fue interpretado por primera vez, la tradición apunta a la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, dama de la sociedad porteña de la época. Pero otras fuentes sostienen que el estreno tuvo lugar el 25 de mayo de 1813 en la Plaza de la Victoria, al pie de la Pirámide de Mayo.
Lo cierto es que esta vez la obra se popularizó y quedó instalada de manera oficial como canción patria. Sin embargo, el tiempo le dará la razón a Parera: el contenido de la letra terminó resultando ofensivo para España. En 1893, a instancias del Ministro del Interior Lucio Vicente López, nieto del autor de la letra del Himno Nacional Argentino, se planteó por primera vez recortar la canción patria, lo cual se concretó años más tarde durante la presidencia de Roca, quien ordenó por decreto que en los actos oficiales se cantasen sólo los cuatro primeros versos, los cuatro últimos y el coro. Esta versión abreviada por el decreto de Roca, fechado el 30 de marzo de 1900, es la que se canta en la actualidad.
En cuanto al aspecto musical, el arreglo más conocido del Himno Nacional Argentino es el que realizó Juan Pedro Esnaola en 1860. En 1924 , bajo la presidencia de Alvear, fue creada una comisión integrada por los compositores Floro Ugarte, Carlos López Buchardo y José André con el fin de preparar una versión musical definitiva. Al cabo de dos años de investigación, la comisión encontró en el Museo Histórico Nacional una partitura que fue identificada como el original de Blas Parera, que hasta entonces se consideraba perdido. Un nuevo arreglo basado en esta pieza se interpretó el 25 de mayo de 1927 en una función de gala del Teatro Colón.
Las reacciones dispares determinaron que Alvear dejase en suspenso esta nueva versión del himno y nombrara otra comisión que restauró el Himno Nacional Argentino a partir de la versión Esnaola. En un nuevo decreto, del 25 de septiembre de 1929, el Poder Ejecutivo oficializó este trabajo, que sigue vigente hasta la actualidad. Germán A. Serain
María José Maito, piano y los arreglos; Rocío Arbizu y Sebastián Russo, voces; Maximiliano Rodríguez, trompeta; Maximiliano Garde, percusión. Video: Marcos Villena
Comentarios