En el 2000 nació una agrupación de artistas, músicos y cantantes líricos, que se dio a conocer como Galalírica Show. Dirigidos por su fundadora, la pianista María José Maito, la iniciativa nació como resultado de un deseo -Maito habla de una necesidad- por llevar la ópera y la música clásica a un público más amplio, a través de todo toda clase de eventos.
Este año marcó las primeras dos décadas de actividad de Galalírica, y las circunstancias de la pandemia impidieron que la celebración tuviese lugar en un escenario ante el público, disfrutando de manera presencial. Hubo sin embargo un festejo, y se materializó en forma de un recital filmado en el imponente marco brindado por el impresionante salón circular -Salón Levalle- del Palacio Paz, sede del Círculo Militar Argentino. Horas antes del estreno de la primera parte de esta presentación, conversamos con María José Maito.
Dicen que veinte años no son nada, pero sabemos que es mucho. ¿Cómo se gestó el proyecto de Galalírica?
Soy pianista desde muy chica. Tuve la suerte de tener una vocación muy fuerte y el apoyo de toda mi familia. Durante mis años de conservatorio daba muchos conciertos, y la gente siempre me pedía algún tema de los clásicos conocidos por todos, alguna canzoneta o un fragmento de zarzuela, y yo podía ver cómo la vibración de la gente, la alegría y el entusiasmo se potenciaban. Empecé a darme cuenta de esa necesidad. En aquellos años no existían las redes sociales, ni internet, con lo cual las posibilidades de encontrar un buen concierto o espectáculo en vivo era lo único a lo que se podía aspirar.
Así me di cuenta de que la música cantada era una muy buena opción para lograr esa emoción. Me puse en contacto con algunos artistas del Teatro Colón, y de a poco todo comenzó. El concierto pasó así a ser un espectáculo o un show, en el mejor sentido de la palabra, y de ese modo surgió Galalírica Show. Desde el primer momento tuvimos un estilo romántico, entendido esto en su doble significado, porque mis compositores favoritos son los del romanticismo musical, pero además por nuestros vestuarios. Teniendo la idea, los cantantes, varios trajes hechos por una modista, un piano eléctrico para poder tocar en cualquier lugar, llegó el momento de probar con el público. Había que lograr esa emoción con el repertorio, buscar los climas, probar sus tiempos, armar los momentos alegres y divertidos, los más íntimos y románticos, el enérgico y brillante final… Eso no se puede ensayar en un estudio. ¡Eso es el vivo!
Así surgieron las Tardes de Té Lírico. Mi papá tenía una casa de regalos en Caballito. En uno de sus salones se ambientaba todo para el concierto del domingo: sacaba toda la mercadería y ponía unas ochenta sillas que nos prestaba el Colegio Marianista que estaba enfrente. Mi mamá, que ya era muy buena cocinera, hizo un curso de pastelería y preparaba las tortas y el café. Así se convirtió en un clásico de la zona, sin ninguna publicidad más que el boca a boca, y durante tres años dimos el primer gran paso para existir y tener nuestro espectáculo, con éxito comprobado. Después todo fue crecimiento.
María José Maito, supongo que más allá del crecimiento también tuvieron épocas difíciles.
Por supuesto que sí. Recuerdo que hacía copia de nuestras actuaciones en videocasetes, las repartía entre los organizadores de eventos, y no nos daban ni la hora. Pero hubo un momento en que la historia se revirtió, cuando empezamos a cantar para un restaurante muy tradicional de la zona. El gerente era cliente del negocio de mi papá. Un domingo vino a vernos y quedó muy impactado. De inmediato comenzamos a cantar en Los Maizales de Caballito y luego en Marini en la Av. Santa Fe. Nos hicimos muy populares entre el público de estos dos lugares. Empezaron a llamarnos de varias empresas de eventos. Pasamos todas las crisis, siempre con la misma vocación de los inicios. Hoy puedo decir que este colectivo de artistas hoy es mi familia.
Si bien continuaron actuando en eventos privados, la propuesta se amplió más tarde a los conciertos.
Es que las crisis económicas nos obligan a reinventarnos. Hubo un momento en que se cerraban los restaurantes, mermaban los casamientos, y hacer un evento ya no era posible para cualquiera. Entonces abrimos otra puerta y comenzamos a organizar ciclos de conciertos. Mucha gente empezó a seguirnos semana tras semana en salas como el Centro Naval de Florida y Córdoba, el Club Sirio Libanés, el Foro de las Artes en Vicente López, el Colegio de Escribanos y la Biblioteca Popular de San Isidro. Y actualmente en el Palacio Paz, que es la sede del Círculo Militar.
Pero hubo más. Pasamos de la gala de los cantantes a manejarnos con varios estilos musicales, a tener diversos grupos de cámara y hasta una pequeña orquesta para interpretar valses. Fuimos adquiriendo más vestuario, a vincularnos con más músicos y a ofrecer más diversidad, con el propósito de que Galalírica fuese una gran compañía de música.
También realizamos espectáculos de ópera para chicos, e instalamos un formato de pocket opera, que después abordaron otras compañías, para que una Traviata, Carmen, Romeo y Julieta o Rigoletto volviesen a sonar en salones emblemáticos y otros espacios alternativos, y el público fue creciendo. Pero nada de todo esto hubiera sido posible sin “las mejores voces líricas del país”, como reza nuestro slogan. Porque una cosa es contarlo y otra muy diferente la emoción de escuchar a estos artistas. Ellos son para mí la emoción misma cada vez, en cada ensayo, en cada grabación, en cada concierto; siempre es una sensación nueva de euforia, de sorpresa. Me erizan la piel, como el primer día.
Cumplir veinte años de actividad ininterrumpida con una compañía de ópera en este país no es algo muy usual.
Estos 20 años significan mucho para todos nosotros. Galalírica es para mí la posibilidad de conocer y compartir el arte con algunos de los músicos más destacados. A eso hay que sumarle que siempre defendí la idea de dar trabajo, creando un lazo firme con cada uno, ser parte de una familia, como un vínculo indisoluble. Claro que esto puede uno proponérselo y luego se da o no… Bueno, en este caso se dio. Porque la admiración es genuina, porque mi rol es guiar, ordenar, gestionar y armar ese escenario ideal. Luego la magia la hacen ellos, los que saben y me motivan. Ellos son mi inspiración y he construido un liderazgo genuino desde el amor, la generosidad y la humildad.
La celebración por los veinte años de la compañía finalmente debió adoptar un formato virtual, a través de una gala lírica que grabaron en el Palacio Paz. ¿Con qué se va a encontrar el público que adquiera su pase para poder ver este espectáculo en línea?
Nunca hubiera pensado nuestro festejo así. Creo que es una prueba más, un nuevo desafío, que se suma a los tantos que hemos sorteado para llegar hasta aquí. Pero también es una nueva oportunidad para volver a crear un canal, una manera de estar cerca. Grabar esta gala fue especialmente emocionante, porque después de ocho meses de no vernos (seis de la cuarentena, más dos del receso de verano), todo transcurrió como si nos hubiésemos visto el día anterior en un concierto. Todo estaba ahí, intacto, esperando para volver.
El público va a sentir esa emoción, que sin duda traspasará la pantalla. Hacer música en un marco imponente como el Palacio Paz es algo indescriptible. Tanta historia, tanta belleza, tanta inspiración… Es una joya arquitectónica, el palacio más grande y lujoso que existe en el país. Quiero subrayar mi gratitud hacia la gente del Palacio, que nos dieron la posibilidad de concretar este sueño que parecía imposible.
Esta gala presenta a cinco de las mejores voces líricas, María Virginia Savastano, Svetlana Volosenko, Rocío Arbizu, Cristian Karim Taleb y Sebastián Russo. Se suman músicos en vivo -piano, violín y contrabajo- y un gran despliegue de vestuarios venecianos, en un registro realizado a varias cámaras. El repertorio fue el resultado de una cuidadosa selección entre las canciones más pedidas y aplaudidas por nuestro público en cada concierto.
Lamentablemente la situación excepcional de la pandemia impidió que estuviesen presentes otros cantantes y músicos de la compañía. Pero la celebración por esto veinte años juntos también los incluye. La vida nos impuso el desafío de festejar de un modo diferente, pero con este concierto en línea siento que seguimos estando muy cerca de nuestro público. Por eso los espero para brindar juntos, y disfrutar de la vida, la alegría y el amor que el arte resume y las palabras poco pueden explicar.
Los tickets para la Gala Aniversario “Galalírica desde el Palacio Paz”, con dirección de María José Maito -que podrá verse a partir del 10 de octubre a las 19:00-, pueden adquirirse en un click: Ticketek
Comentarios