Fin de semana en Croacia (The Weekend Away) – Actúan: Leighton Meester, Luke Norris, Christina Wolfe, Amar Bukvic, Ziad Bakri, Iva Mihalic, Adrian Pezdirc, Marko Braic, Lujo Kuncevic, Parth Thakerar, Ivana Krizmanic – Basada en: la novela homónima de Sarah Alderson – Dirección: Kim Farrant – Duración: 89 minutos – Distribuidora: Netflix (2022)
¿Qué puede pasar durante una simple escapada de fin de semana de dos viejas amigas? Para Beth (Leighton Meester) y Kate (Christina Wolfe) iba a ser un reencuentro soñado. Beth, mamá primeriza, atravesaba una crisis con su esposo Rob (Luke Norris), y Kate acababa de divorciarse. Se reencuentran en Croacia, aunque las hermosas vistas del lugar contrastan con el hecho que va a ser el eje de la película: después de la primera salida nocturna de las mujeres, Kate desaparece.
Beth, que iba con todas las expectativas de un fin de semana inolvidable y relajante, no olvidará jamás el infierno que sucedió en las horas posteriores hasta la resolución del conflicto. En menos de 90 minutos, Kim Farrant, director de Fin de semana en Croacia, maneja hábilmente y casi sin respiro un giro tras otro. Conforme avanza la película, el espectador confirma y desestima cualquier hipótesis que se imagine sobre qué le sucedió a Kate, y quién o quiénes podrían ser los culpables. Con ayuda del sirio Zain (Ziad Bakri), Beth va desgajando una trama insospechada, a la vez que va tomando conciencia de la verdad sobre aquellos seres que le son más cercanos.
¿Quién es el enemigo? ¿En quién confiar? Como un en viaje desde una inocencia que es cosa del pasado, Beth vive una serie de revelaciones que no solo cambiarán su vida, sino el modo de ver a las personas, en especial las más cercanas. Nada volverá a ser igual. La acción no decae prácticamente en ningún momento, y el espectador puede pasar de creer en la absoluta inocencia de tal o cual personaje a preguntarse si no será este el enemigo de quien sospechar.
También es un acierto lo relativamente breve de Fin de semana en Croacia -en comparación con la media general- pues obliga a que el conflicto se resuelva con la mayor efectividad posible, y hasta queda algo de margen para que el espectador se sorprenda incluso hacia los minutos finales. Viviana Aubele
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