DÍA MUNDIAL DEL LIBRO, 23 de abril

Proclamado por la Unesco para fomentar la lectura y proteger los derechos de autor

El Día Mundial del Libro fue proclamado en 1995 por la Unesco. Se conmemora el día del fallecimiento de los escritores William Shakespeare, Miguel de Cervantes e Inca Garcilaso de la Vega. Es una oportunidad para pensar los cambios culturales que trajo la imprenta y el universo que abrió para los libros.

Cuando pensamos en todo lo que nos brinda un libro, nos encontramos con infinitas posibilidades. Me remito aquí a la democratización del conocimiento que permitió la imprenta de tipos móviles, modificando para siempre la circulación del saber y de los libros que antes eran manuscritos. Es verdad que fue Gutenberg quien popularizó este invento, pero ya en el continente asiático, en la Corea del siglo XIV encontramos libros impresos con esta tecnología.

Como antecedente contamos con el primer libro impreso El Sutra del diamante en China, que data del año 868. Esta impresión fue hecha con un bloque de madera y el libro era un rollo de pergamino de cinco metros de largo que permaneció oculto por siglos, en unas cuevas en China. Se trata de las enseñanzas de Buda, que primero fueron escritas en sánscrito y luego un monje tradujo al chino. Se especula que no es el primer libro impreso, pero sí el más antiguo que se ha conservado. Es así que Oriente y Occidente se disputan el primer lugar en la historia del libro impreso, pero Oriente lleva la delantera.

Anterior a Gutenberg tenemos la Biblia Pauperum que es la Biblia popular con los textos sagrados convertidos en imágenes para que fueran comprensibles para todo público. Es claro que el proceso de democratización de la escritura y la lectura fue largo porque no solo se requería un cambio tecnológico, sino también un cambio cultural y social que permitiese que la alfabetización no estuviera únicamente en manos de una elite, y que fuera accesible para un mayor segmento de la población. Con Gutenberg y su imprenta de tipos móviles se consigue imprimir la Biblia, transformando por completo el acceso al conocimiento, aunque el camino es largo.

Siglos más tarde nos encontramos con las industrias culturales y el surgimiento de los nuevos medios de comunicación de masas. La cultura se revoluciona y las aguas están divididas entre apocalípticos e integrados, como los clasificó Umberto Eco. Los primeros con una visión negativa y los segundos, con una visión positiva e integradora acerca de la sociedad de masas. Los apocalípticos se pronuncian claramente contra los medios masivos porque consideran que en la cultura de masas se imponen los gustos del gran público que promueven la estandarización, estereotipos y baja calidad. El término industria cultural es empleado por primera vez por Horkheimer y Adorno, de la Escuela de Frankfurt, en la década de 1940.

Hoy la Unesco nos habla de industrias culturales y creativas que constan de “Siete dominios culturales que incluyen el patrimonio cultural y natural, las presentaciones artísticas y celebraciones (artes escénicas, música, festivales y festividades), las artes visuales y artesanías, libros y prensa, medios audiovisuales e interactivos, el diseño y los servicios creativos. A ello se añaden dos dominios relacionados que incluyen el turismo, los deportes y la recreación”.

Eco nos dice que, según los apocalípticos, la cultura se define como “un hecho aristocrático, cultivo celoso, asiduo y solitario de una interioridad refinada que se opone a la vulgaridad de la muchedumbre”. Para ellos, pensar en una cultura compartida por todos es un contrasentido monstruoso. “No es (…) casual que quien dirige a fondo y con coherencia la polémica contra la industria cultural sitúe el mal no en la primera emisión de televisión, sino en la invención de la imprenta”.

Es así que hoy nos situamos en esta misma encrucijada de la industria cultural, pero parecería que una visión apocalíptica de la cultura de masas ya no es posible en pleno siglo XXI. El Día Mundial del Libro es un día para celebrar, también, la aparición de la imprenta y toda la revolución que se gestó con ella. Milly Vázquez

 

Tesoros de la Biblioteca Británica

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