DANZA DE LOS ESTADOS, anomalías que bailan

Penurias del mundo de la danza en sucesión de números inconexos

Danza de los estados – Intérpretes: Angelina Casco Guiñazú, Maricel De Mitri, David Gómez, Txaro Manen Oyarzábal, Aldana Percivati, Emilia Peredo Aguirre, Edgardo Trabalón, Jiva Velázquez – Bailarina en video: Silvia Bazilis – Vestuario: Victoria Nana – Escenografía e Iluminación: Santiago Badillo – Dramaturgia: Alejandro Quesada, Florencia Werchowsky – Dirección: Florencia Werchowsky

Danza de los estados - Trailer

Dentro del teatro experimental, la irrupción del Biodrama -de la mano de su creadora Vivi Tellas- abrió un nuevo y original campo: la vida a través del teatro. De sólida formación, Tellas propuso hacer teatro a partir de la realidad, en una articulación cuyos límites son frágiles y cuya imitación es difícil; por ello, no siempre exitosa.

Luego de publicar su libro Las bailarinas no hablan y llevar a escena el espectáculo homónimo, Florencia Werchowsky presenta Danza de los Estados, encuadrándolo en lo que ella denomina “teatro científico” (?). Integran la obra una serie de segmentos inconexos: parlamentos de artistas de la danza, momentos bailados (los menos) y sentenciosos párrafos sobre las penurias del mundo de la danza. Pero la coherencia, el concepto y las ideas brillan por su ausencia.

Todo comienza con el testimonio grabado por Silvia Bazilis, inolvidable primera bailarina del Teatro Colón, que luego de compartir sus impresiones sobre edad y oportunidad de su retiro, da detalles sobre el desfase económico que significó jubilarse y la falta de convocatoria del Teatro para formar nuevos artistas. Intercalados, se emiten larguísimos fragmentos de los saludos y curtain calls de su función de despedida junto a su partener Raúl Candal, también retirado.

La otra cara, la de la “no despedida”, es la de Maricel De Mitri, también magnífica primera bailarina, cuya carrera artística terminó abruptamente por una seria lesión. Maricel matiza su estudiadísimo, detallado y extenso relato sobre ese momento con una descripción sobre el rol de Giselle, para luego volver a intentar esa levantada que derivó en caída y fin. La escena es decididamente un innecesario golpe bajo.

El otro protagonista es Edgardo Trabalón, el único que aún está en actividad como bailarín, y también el único que estando en escena no habla en vivo, sino grabado. Nos enteramos de su pasado militar, y lo vemos en acción ensayando Don Quijote con los jóvenes Jiva Velázquez y Emilia Peredo, junto a De Mitri.

En el medio de Danza de los Estados, dos alumnas de la escuela de danza del Teatro Colón explicitan verbalmente la mímica de un fragmento de La bayadera, quién sabe por qué. Y también hay una actriz que, desde un video, nos va informando con inusual firmeza acerca de todos los problemas y cargas que trae aparejada la carrera de las bailarinas, como para desalentar al más entusiasta, con datos supuestamente certeros y definiciones bastante dogmáticas sobre el físico (“entrenado para conmover”), “la danza como un trabajo desde la niñez”, “lesiones fatales”, y otros aspectos nada positivos de la profesión. Por suerte, están las palabras de Bazilis, De Mitri y Trabalón para contrarrestar tanta tortura, cuando evocan sus primeros pasos sobre el escenario del Colón y otros momentos de felicidad que les ha brindado su profesión.

Como sucedió con Las bailarinas no hablan, Werchowsky se maneja aquí con códigos del mercado interno de la danza. La platea, repleta de bailarines, disfruta con escenas y diálogos con los que se identifica, pero que deja afuera al espectador medio, incluso culto -pero que no es “del riñón”-, que seguramente no sabe lo que es “un Cupido” o “una amiga de Kitri” o “el repositor”.

Obsesionada con aislar el ambiente de la danza del resto de las profesiones, Werchowsky llega a encasillar a las bailarinas como una “anomalía”. ¿En pleno siglo XXI? Leemos: anomalía: cambio o desviación respecto de lo que es normal, regular, natural o previsible. Podemos concluir que no es normal, regular, natural o previsible ser bailarina, pero ¿lo es ser médico, artista de circo, albañil, pintor de paredes o de cuadros, gimnasta, periodista, cocinero, talabartero? ¿Son todos ellos “anomalías”? ¿No será que ser bailarina no lo es? Patricia Casañas

Martes y miércoles a las 20
Centro Cultural de la Cooperación
Corrientes 1543 – Cap.
(011) 5077-8000 int. 8313
centrocultural.coop

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