CULTURA SORDA, coro de silencio

Aproximación a una comunidad con sus propias artes

CORO DEL SILENCIO un espectu00e1culo en lengua de seu00f1as

Si se dedicaran algunas líneas a realizar una encuesta sobre Cultura Sorda entre los distinguidos lectores de este portal, ¿cuáles serían las probabilidades de acertar al menos en un 65%? Salvo que seamos muy conocedores de la realidad de la población sorda, es probable que no le peguemos ni en el travesaño a ese modesto porcentaje.

Quizás asegurásemos que es lo mismo decir “lenguaje de señas” y “lengua de señas”; que todos los sordos son labiolectores; que la lengua de señas de Argentina es igual a la de Venezuela o Alemania o Australia y que es fija y estable en el tiempo. Entre otras cosas.

Pasemos a las estadísticas. Según la Organización Mundial de la Salud, hay en el mundo 360 millones de personas con pérdida de audición discapacitante. Según cifras del 2003, en Argentina había alrededor de 520 mil personas sordas, de las cuales 60 mil usan LSA (la Lengua de Señas Argentina). Existen alrededor de 80 escuelas públicas y privadas de sordos.

Así y todo, entre los 900 mil sordos de América Latina, el porcentaje de alfabetización es alarmantemente menor al 1%. Como frutilla de postre, como dato ilustrativo, la Biblia -el libro más traducido- ha sido traducida solo en parte a lengua de señas: todo el Nuevo Testamento, pero  del Antiguo no más que algunos libros.

Ser Sordo implica una identidad; de ahí la “s” mayúscula. Se trata de una comunidad lingüística por derecho propio. La comunidad sorda cuenta con su propia lengua, la lengua de señas: decir “lenguaje de señas” es incorrecto, pues la capacidad del lenguaje es innata, mientras que la lengua se adquiere. Contrariamente a lo que se supone, no todos los sordos pueden leer los labios. Y además, cada lengua de señas -como cualquier otra lengua- es influida por la cosmovisión cultural de cada país; tiene su propia estructura y reglas gramaticales, y su evolución difiere de aquella de la lengua oral que la circunda. Los sordos son personas cuya percepción de la vida es distinta a la de los demás. Tienen otro punto de entrada por donde percibir el mundo que los rodea.

Y como toda comunidad, tienen su propio arte. Teatro de sordos, coro de sordos, cine sordo, danza sorda, artes plásticas de sordos… toda un Cultura Sorda (también con mayúscula) que se desarrolla en paralelo a un mundo de oyentes, un mundo donde los sordos parecen pasar inadvertidos entre toda la muchedumbre. Y esa invisibilidad no solo ocurre a nivel global. Salvo excepciones, hay padres oyentes de hijos sordos que no suelen desear aprender lengua de señas, ni tampoco estimulan a sus hijos a que lo hagan, sino que los inducen a que se “comuniquen” como cualquier otro. El grado de aislamiento de las personas sordas en sus propias familias entonces es abrumador.

Esta cuestión es expresada con cristalina claridad en el video que les ofrecemos, sobre todo en el rap Disimula. Este esclarecedor video, de procedencia ecuatoriana, dirigido y producido por la artista e investigadora Paulina León, es apenas un tentempié para conocer esta realidad que, aunque en silencio, convive con nosotros y merece mayor visibilidad. Viviana Aubele

El coro del silencio
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