SOLSTICES, músicos y público en total oscuridad

Inusual concierto de música contemporánea a cargo del Ensamble Arthaus

SolsticesCompositor: Georg Friedrich Haas – Ensamble: Arthaus – Integrantes: Marcelo Balat, Amalia Pérez, Federico Landaburu, Damián Stepaniuk, Pablo Boltshauser, Gonzalo Pérez, Pablo Rubino, Mariano Malamud, José Araujo, Julián Medina – Director: Pablo Druker – Director Musical Arthaus: Lucas Fagin

Georg Friedrich Haas (n. 1953) es un compositor austríaco. Uno de los más importantes en el panorama de la música contemporánea internacional. En 2019 compuso Solstices, una obra escrita para diez instrumentistas, organizados en un curioso ensamble: un cuarteto de cuerdas, guitarra, flauta, clarinete, trombón, percusión y piano. Un piano común y corriente, pero afinado de un modo sui generis, según una detallada tabla elaborada por el propio Haas. Cada tecla se ajusta a una frecuencia diferente, calibrada mediante intervalos microtonales. Un desafío para el encargado de preparar el instrumento, y para el instrumento mismo. Pero todavía falta un detalle, de la mayor relevancia.

Nadie podrá observar a los músicos, mientras toquen. Los músicos tampoco podrán verse entre ellos. El ensamble ha preparado la obra con su director, Pablo Drucker, pero él no estará presente en el momento de la función. Sería inútil su presencia, pues nadie lo vería. Es que Hass hizo una acotación por demás inusual en la partitura de su obra: la misma debe ser tocada en medio de la más completa oscuridad.

Los músicos entran en la sala de conciertos de Arthaus, el flamante centro de arte contemporáneo ubicado en pleno centro porteño, en la antigua sede de una casa bancaria. Hermosa metáfora: un espacio otrora dedicado a las finanzas reconvertido en un templo dedicado al arte y las estéticas actuales. Aplausos. Los artistas saludan, se ubican en el centro de la sala, rodeados por el público, dispuesto en un círculo en derredor. En silencio, Marcelo Balat hace un gesto con la cabeza desde el piano. Acto seguido, las luces comienzan a apagarse, lentamente.

Solamente cuando la sala esté sumida en una oscuridad total, sonarán las primeras notas de Solstice. Durante los 75 minutos que sigan, tendrá lugar una experiencia sensorial y artística extraordinaria. En ausencia del menor atisbo de luz, ya se sabe, el resto de los sentidos tiende a afinarse. La percepción se modifica. Uno percibe la respiración de la persona que tiene al lado, adivina el sonido de una tela rozando con otra, se pierde el sentido del tiempo y de las distancias que nos separan del resto del público así como de los propios músicos, que se saben muy próximos, al mismo tiempo que han desaparecido. ¿Será así el modo de sentir el mundo por parte de los ciegos?

Pero no se trata solamente de la percepción del público. Haas podría haber anotado en la partitura de su trabajo “para ser escuchada con los ojos vendados”, dejando la posibilidad de ver reservada a los intérpretes. Pero no; muy por el contrario, la indicación refiere ante todo a los músicos: “Para ser tocada en completa oscuridad”, es lo que señala. Los instrumentistas deben entonces recurrir a la memoria. Y no sólo deben recordar la música, sino también la espacialidad que los rodea y la relación corporal con su instrumento. Sin duda, un enorme desafío. 

La música de Solstices es provocativa. En medio de la absoluta oscuridad, con el registro alterado del piano, que es el centro de la composición, los sonidos tejen extrañas armonías, juegan con elementos minimalistas, producen efectos que confunden nuestra percepción. Se nos invita a dejar de lado los esquemas preconcebidos de lo que debería ser un concierto, y participamos de un ritual de iniciación.

Y es que de eso se trata el arte contemporáneo. Uno no asiste a una performance sonora como la descripta con la misma intención con la que concurre a un concierto tradicional. Hay un deseo implícito de exponerse a una experiencia diferente. Es verdad: contemporáneo es todo aquello que pertenece al tiempo actual; pero en su concepción relativa a la creación, esa actualidad está atravesada por una exploración de nuevas alternativas, expresivas y sensibles. En el caso de Solstice, a contramano de una estética dominada por los estímulos visuales, Haas propone retornar a la realidad del puro sonido, despojado de toda referencia visible.

Lo que se escucha promueve, de esta manera, el surgimiento de sensaciones y fantasías curiosas, desvinculadas de lo cotidiano. Los sentidos despiertan y la realidad pierde consistencia por un rato. En algún momento, una luz tenue nos sorprenderá y comenzará a cobrar muy de a poco presencia. Sentiremos asombro, ante la evidencia de que ya ha transcurrido más de una hora. Porque así es como uno sabe que la experiencia está por finalizar. Al rato uno estará de vuelta en la calle, en pleno centro porteño; pero no será el mismo. Ese es, en definitiva, el objetivo de cualquier forma de auténtico arte. Germán A. Serain

Fue el 10 de septiembre de 2023
Arthaus – Centro de Creación Contemporánea
Bartolomé Mitre 434 – Cap.
arthaus.ar

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Georg Friedrich Haas en Wikipedia
Arthaus en Instagram

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