PREMIOS GARDEL 2022, clásicos ganadores

La entrega de los galardones a la música dejó una muy grata sorpresa

La edición 2022 de los Premios Gardel a la Música, correspondiente a los discos editados en el curso del año pasado, habrá tenido sin dudas repercusiones diversas. Pero hubo un hecho que probablemente pasó más o menos desapercibido para buena parte del público. Antes de abordar el tema de lleno, comencemos por una digresión. 

Más de una vez habremos escuchado esta expresión: «A mí me gusta la música». Pero se trata de una expresión genérica, que en realidad no dice demasiado. ¿De qué música nos hablan, cuando nos dicen esto? Porque no todas las músicas son iguales, ni tienen el mismo valor. Dejemos de lado la hipocresía de la corrección política y convengamos que un asunto es la cantidad (de discos vendidos, por ejemplo), y otro muy diferente la calidad.

Técnicamente hay muchas cosas que pueden ser incorporadas bajo el rótulo de música. Pero si ajustamos el criterio y definimos la música como una forma de arte, además de la combinación de melodía, ritmo y armonía -RAE dixit, primera acepción-, entonces muchas cosas que suelen ser llamadas música de repente dejan de serlo.

Para decirlo de una manera clara: una cosa es una obra de arte; otra muy diferente el producto de la industria cultural.

Regresemos a los Premios Gardel 2022. En más de una oportunidad nos hemos visto obligados a criticar duramente a quienes otorgan estos premios. Y esto ha sido en especial así en relación al rubro Mejor álbum de música clásica. Sin embargo, este año la terna final en esta categoría fue impecable. Quedaron como candidatos al premio la pianista Natalia González Figueroa por su álbum Piazzolla: Obras desconocidas para piano solo; el violinista Elías Gurevich, por el primer disco de su proyecto 300 años solo violín; y el dúo que integran Cecilia Isas y Alan Kwiek en violín y piano, con su álbum Dúo Isas Kwiek: Disco debut.

Digámoslo de nuevo: por una vez, la terna fue irreprochable. Pero ya se sabe, la música clásica es la oveja negra en el marco de la industria discográfica. Una vez más: la eterna disyuntiva entre cantidad y calidad. A la industria le importa que se vendan muchos discos, más que la calidad de la música que contengan. Y la música clásica representa un nicho mínimo del mercado. Pero digamos todo: la otra cara de la moneda es que mientras la enorme mayoría de los discos editados en otros rubros van a ser considerados viejos de aquí a dos o tres años, un buen disco de música clásica nunca envejece.

No va a envejecer el disco con las piezas prácticamente desconocidas que Piazzolla compuso para el piano, grabadas por González Figueroa; todo un descubrimiento. Tampoco el registro de las sonatas de Bach, Ysaye y Jorge Horst, grabadas por Gurevich en violín barroco, moderno y eléctrico, respectivamente. Ni las obras de Clara Wieck, Floro Ugarte y Grazyna Bacewicz que llevaron al disco Isas y Kwiek, además de otro Piazzolla, éste sí bien conocido: Adiós Nonino.

Pero como la música clásica es la oveja negra de estos premios, muy poca gente se enteró de un hecho notable. Unos días antes de que se conociera quiénes serían los ganadores de los Premios Gardel en las distintas categorías, estos cuatro músicos se reunieron en el escenario del Auditorio de la Fundación Beethoven para brindar un concierto conjunto. La idea fue presentar sus respectivos discos, pero también celebrar juntos el reconocimiento de haber sido ternados.

Por primera vez, en los veinticuatro años de historia de los Premios Gardel, todos los artistas ternados en una misma categoría se reunieron en un recital de estas características. Para compartir, en lugar de competir. Un gesto inédito, pero asimismo ejemplar. Como broche de cierre, los cuatro músicos tocaron juntos un arreglo realizado especialmente para la ocasión por el compositor Pablo Aguirre. Fue un tango de Gardel, por supuesto: Por una cabeza, para dos violines y piano a cuatro manos.

Si esto se hubiese dado en otra categoría, en la de mejor disco de rock, de pop, de reggae/ska o de música urbana (no, estimado lector: Piazzolla no es considerado música urbana), seguramente alguien se hubiese ocupado de hacer circular la noticia para que mucha más gente se enterara. Pero ya lo hemos dicho: la música clásica es la oveja negra del mercado.

Finalmente, la estatuilla con el busto de Gardel se la llevó a su casa Natalia Gonzalez Figueroa. Merecidísimo. Pero todos los protagonistas de esta reunión han sido ganadores de algo mucho más importante que un premio.

Una última reflexión, antes de dar por terminada esta nota. Hay más música grabada de la que cualquiera de nosotros, por joven que sea, podría llegar a escuchar en toda su vida, así le dedicara veinticuatro horas diarias a tal empresa. Para ponerlo en pocas palabras: hay tanta música… y tan poco tiempo.

Que este pensamiento fáustico nos conduzca a distinguir mejor la música trascendente de la mediocridad industrial. Gustos son gustos, pero el valor del arte pasa por otro lado. No todo es lo mismo. No todo es capaz de hacernos crecer o de transformarnos el alma. Germán A. Serain

 
Por una cabeza (Gardel/Le Pera Arreglo Pablo Aguirre) Finalistas Premios Gardel Mu00fasica Clu00e1sica 2022

 Por una cabeza, de Carlos Gardel – Arreglo de Pablo Aguirre (1961)
Cecilia Isas, Elías Gurevich (violines), Alan Kwiek y Natalia González Figueroa (piano)
Grabado en Estudio Doctor F, Buenos Aires, agosto de 2022
Ingeniero de sonido: Florencio Justo – Video: Emilio Polledo

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