KATHIA BUNIATISHVILI, virtuosismo y promoción

La famosa pianista georgiana actuó en el Templo de la Comunidad Amijai

Incluso cuando su apellido sea difícil de pronunciar, el nombre de Kathia Buniatishvili se promociona desde hace algún tiempo como el de una de las grandes jóvenes revelaciones del mundo pianístico académico. Sin que suponga un juicio de valor, podemos sospechar que en alguna medida debe haber contribuido a esto su figura, ciertamente atractiva. Una pianista joven, de aspecto sensual y por añadidura virtuosa, ¿no es acaso ideal para atraer al público a las salas de concierto? Sospechamos que de esta manera debe pensar cualquier buen productor de marketing de la actual industria discográfica. Lo cierto es que, a diferencia de la primera fecha de este ciclo que inauguró la pianista china Xiayin Wang, la sala del Templo Amijai estuvo colmada.

El programa musical estuvo planteado a la medida de las circunstancias: las Baladas 1 y 4 de Frédéric Chopin y su Polonesa Heroica, y el resto obras de Franz Liszt: el Vals Mefisto, Reminiscencias de Don Juan, la Rapsodia española y la Rapsodia húngara Nº 2 arreglada por Horowitz. Los resultados, sin embargo, dejaron algunas dudas, incluso cuando el grueso del público se retiró plenamente satisfecho y convencido de haber escuchado una gran performance artística. Y es que el hecho de que un músico sea virtuoso no significa que por ello pueda descuidar la expresividad musical. Particularmente en Chopin, la delicadeza que las obras interpretadas exigen no estuvo presente en la medida adecuada. La pianista georgiana se tomó licencias por momentos muy caprichosas y, sobre todo, llevó adelante una ejecución demasiado golpeada, como si fuese émula de Jerry Lee Lewis en Great Balls of Fire, o como si estuviese peleando con su instrumento en lugar de disfrutarlo.

Que se comprenda bien: no hay duda de que Kathia Buniatishvili es una pianista de capacidades extraordinarias. Sus dedos son capaces de volar sobre el teclado de un modo increíble, que muchos pianistas envidiarían con justa razón. Pero es precisamente por este motivo, porque se ubica más allá del promedio, que esperábamos otra cosa de ella. Al menos la comprensión, que tan a menudo escapa a tantos virtuosos, de que la música bien entendida no debería jamás ser planteada como un tour de force.

Otro detalle: así como solemos quejarnos del público que se lanza a aplaudir antes de que se acallen los ecos finales de la música, en este caso Kathia pareció inexplicablemente empecinada en atacar cada pieza antes de que se acallaran los aplausos del público. Quizá se debió a cierto enojo con el comportamiento de los asistentes, quienes quebraron el silencio en varias ocasiones con ruidos diversos, incluída una sonada de nariz que ni siquiera intentó ser disimulada o el persistente sonido de un celular que pese al pedido de los organizadores no fue silenciado antes del inicio del recital.  Germán A. Serain

Fue el 10 de agosto de 2017
Templo de la Comunidad Amijai
Arribeños 2355 – Cap.
amijai.org

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