Yerma (hay un niño en la calle) – Actúan: Denise Bell, Marcelo Beltran Simo, Claudia Bosco, Cecilia Cabrera, Carolina Casal, Roberto Caute, Daniela Ciminelli, Silvana Coppini, Cecilia Fava, Laura Hierro, Maria Alejandra muratori, Nonnel Nhoj, Rubén Ramírez, Horacio Serafini, Camila Truyol, Maricel Vicente, Pablo Viollaz – Vestuario: Alicia Gumá – Escenografía: Victor De Pilla – Iluminación: Betina Robles – Percusión: Pablo Viollaz – Coreografía: Darío Dorzi – Autor: Federico García Lorca – Adaptación y Dirección: Roberto Ibáñez
“Te diré, niño mío, que sí. Tronchada y rota soy para ti. ¡Cómo me duele esta cintura donde tendrás primera cuna! ¿Cuándo, mi niño, vas a venir? Cuando tu carne huela a jazmín”.
Todas las personas tenemos el deseo y la necesidad de realizarnos de un modo u otro en la vida. Pero en este deseo se combinan de una manera compleja los anhelos personales y los mandatos sociales. En este último sentido, incluso cuando el hombre deba cargar todavía con algunos pesos, como ser considerado el sostén económico por defecto de su familia, no parece arriesgado decir que en la división de géneros las mujeres han venido llevando durante mucho tiempo la peor parte.
Por generaciones la mujer ha sido señalada como una propiedad de su marido, al punto de perder su apellido al contraer enlace y pasar a ser la señora de... además de asumir el rol de obediente y sumisa compañera, destinada por añadidura a ser madre. Este es el núcleo de Yerma, el poema dramático que Federico García Lorca escribió en 1934, justo después de Bodas de sangre y antes de Doña Rosita la soltera, que también tematiza la cuestión del mandato social hacia la mujer de ser esposa.
En Yerma (hay un niño en la calle) hay un excelente desempeño actoral de Silvana Coppini y Roberto Caute como Yerma y su esposo Juan, respaldados por un muy buen elenco donde también se destaca Pablo Viollaz como Víctor, el tercero en discordia que no llega a ser. Dirigida por Roberto Ibáñez, ofrece una notable potencia dramática, sostenida en una brillante concepción escénica, de corte minimalista, resuelta con apenas tres elásticos de cama, que simbolizan al mismo tiempo la sumisión y el encierro, marcando además la frontera entre los personajes principales y una suerte de coro griego que comenta y marca el destino de la protagonista.
La magnífica poética de García Lorca se combina con la arraigada musicalidad andaluza de la obra, por momentos casi salvaje, destacando además todo un conjunto de sensualidades prohibidas, pero accesibles, por más que Yerma finalmente se mantenga alejada de ellas. Esta distancia, que ella misma elige imponerse, marca también una denuncia contra una moralidad en definitiva ambigua, que le impide ser adúltera, pero a la vez parece excusarla cuando se convierte en homicida.
Ella no engaña a su marido, pero le pone fin al deseo de ese hijo que nunca vendrá acabando con la vida de quien debió proporcionárselo, porque ella siente que era su derecho, acaso el único que le correspondía. Un derecho que por lo demás le hubiese permitido cumplir con el único rol que tenía asignado de antemano para convertirse en quien debía ser.
A más de ochenta años del cobarde asesinato del poeta granadino, su palabra y su mirada siguen conservando toda su fuerza. Esta puesta es una muy buena alternativa para acercarse una vez más a ella. “¡Ay qué prado de pena! ¡Ay qué puerta cerrada a la hermosura, que pido un hijo que sufrir y el aire me ofrece dalias de dormida luna! Estos dos manantiales que yo tengo de leche tibia, son en la espesura de mi carne, dos pulsos de caballo, que hacen latir la rama de mi angustia. ¡Ay pechos ciegos bajo mi vestido! ¡Ay palomas sin ojos ni blancura! ¡Ay qué dolor de sangre prisionera me está clavando avispas en la nuca!”. Germán A. Serain
Se dio hasta mayo 2017
El Portón de Sánchez
Bustamante 1034 – Cap.
(011) 4863-2848
elportondesanchez.com.ar
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